Estamos en Londres; en el Londres de la época victoriana. Una etapa de apogeo que vivirá Inglaterra al coincidir el final del siglo XVIII con la Revolución Industrial. La ciudad se encuentra dividida entre el conocido como West End London y el East End London (este y oeste). Entre ricos y pobres.
Fue en tiempos del imperio romano cuando se creó el muro, en aquel Londres embrionario, Londinium, puerto de Europa, la ciudad del gran río Támesis. Aquí siempre existiría una línea divisora. La muralla de Londres. Londinium, como bautizarían los romanos a aquella ciudad. Entremos en el East End London. Fíjense qué curioso. El gentilicio… (podríamos llamarlo así) para los habitantes de esta zona es cockney. Que viene a significar de los bajos fondos.
Calles mugrientas. Familias enteras hacinadas en cuartos pequeños. Insalubridad. Maleantes. Parte del ganado, las ovejas, en ocasiones atascan las concurridas calles de Whitechapel. El olor es insoportable por las pésimas condiciones higiénicas que existen en todo el distrito. El agua sucia de las casas se evacua a la vía pública sin miramientos. Una imagen que contrasta con la abundante presencia de bares. Que se erigían como templos de esperanza para aquellas vidas perdidas y olvidadas. Muchas de las personas que viven por el East End London vienen de otros países. Migrantes que tratan de encontrar algún trabajo que les dé algo de comer en el día. Entre los muelles del río y las fábricas. Apenas hay sitio para vivir, ni para sobrevivir. Tanto es así que no se da abasto con la cantidad de ataúdes que se necesitan para enterrar a los muertos. Eso sí, el de los sepultureros es en Londres un negocio sin fisuras, los mismos ataúdes que después se utilizarán para enterrar muertos, antes se alquilan como un lecho barato donde pasar las noches para los más desdichados que vagan por las calles del East End del siglo XIX.
Cuando cae la noche, ésta deja mostrar su peor versión. El alcohol riega Whitechapel y aparece como el antídoto que permite olvidar durante la oscuridad la precariedad de su vida. Por cierto, la vía apenas está iluminada. Solo por la tenue luz que proyectan las lámparas de gas repartidas por las calles y patios.
El 'airbnb' victoriano: pagar dos peniques por dormir colgado sobre una cuerda
Una curiosidad… ¿Saben de dónde proviene el término en inglés hangover? Resaca, es español. Cuentan que comenzó a acuñarse en esta época del Londres victoriano. Su origen: los amaneceres del East End London. Verán, ante la falta de espacio y los excesos del alcohol, se colocaron por las calles del distrito cuerdas entre las paredes de los edificios para que las gentes del mal vivir pudiesen descansar literalmente “colgados” sobre las mismas. De forma, que el cuerpo quedase doblado por la cintura. El precio para modalidad de descanso: 2 peniques. El objetivo: ocupar menos espacio en la calle. Y ganar rédito con el asunto. Dormir colgado. De aquí, dicen las voces entendidas, que proviene su término en inglés: hangover. Hang: colgar. Over: encima. Colgar sobre las cuerdas. Claro… y no se lo pierdan porque en aquellos tiempos también existía el check out. Así que cuando se despedía la noche, la forma de despertar a estas gentes del mal beber, de su sueño de borrachera… vamos, de dormir la mona, era normalmente con unas tijeras que cortasen las cuerdas. La caída al suelo para muchos… les devolvía, literalmente, al dolor de la realidad y, cómo no, a su correspondiente resaca.
Bien, pues ésta es la imagen de aquellas sórdidas noches en el East End London. Noches que utilizaría al que se le conoció más adelante como Jack El Destripador para llevar a cabo sus fechorías.
Estamos en la noche del 30 de agosto de 1888. Mary Ann «Polly» Nichols se convertirá en la primera víctima de la serie de asesinatos atribuidos a Jack the Ripper. La Policía Metropolitana de Londres abrirá con ella el conocido como “Expediente Canónico”. Un expediente al que incluirían posteriormente hasta cuatro asesinatos más perpetrados contra mujeres y basados en un mismo “modus operandi”: cortes en la garganta y ensañamiento corporal. Asesinatos a mujeres, en la calle, y durante la noche. Cinco asesinatos canónicos. Durante poco más de cinco meses. Agosto de 1888 hasta enero de 1889. Si bien es cierto, durante este intervalo de tiempo se cometieron más crímenes en las calles de Whitechapel. Crímenes cuya sospecha siempre recayó sobre la figura de un hombre que, según los testigos, llevaría siempre un sombrero de copa, capa, bigote y traje negro. La moda masculina victoriana.
Nunca se probó que todas fueran prostitutas
Estos asesinatos, según la Policía Metropolitana de Londres, fueron cometidos contra cinco mujeres prostitutas. Aunque lo cierto es que nunca se llegó a identificar con seguridad la profesión de las víctimas. En un lugar como East End, la vida poco importaba y los crímenes crean una realidad diaria.
En los informes policiales de los asesinatos solían aparecer las profesiones de la calle con el fin de que su investigación durase menos y perdieran así importancia. Pero, insistimos, lo que decía la policía difería de la realidad… ni está probado que todas estas mujeres fueran prostitutas, ni que Jack el Destripador fuese un señor que vestía con sombrero de copa… sino que era bastante más mundano. Es más, el nombre de Jack el Destripador lo creó un periódico sensacionalista de la época. En 'Hasta que cuente diez' hemos viajado hasta Londres. A Whitechapel para recorrer sus calles e indagar en este caso. Uno de los más complicados, un caso en el que se ha indagado e intentado explicar desde múltiples versiones… Jaime Bayllis, experto en la figura del asesino y responsable de la empresa “London with a local” nos explica quién fue Jack el Destripador en este reportaje especial de 'Hasta que cuente diez'.
El asesinato de Mary Ann Nichols, madre de cinco hijos, fue la primera víctima oficial de este asesino en serio y pasaría a ser el caso más antiguo, del que se tiene constancia, del departamento de casos sin resolver de Scotland Yard. Según Beilis… nunca sabremos con certeza la identidad de Jack… Una pregunta que se ha hecho durante 135 años. Sigue siendo uno de los misterios de la historia del crimen más complicados de resolver. Todavía no sabemos quién era este individuo. Hay centenares de libros y todos afirman que es alguien diferente. Esto significa que la mayoría de ellos están claramente equivocados.