Eslava Galán resalta que "la cuestión tecnológica hace que la guerra se prolongue y sea especialmente sangrienta y destructiva". La historia demuestra que los alemanes siempre han incurrido en sobrevalorar sus posibilidades y menospreciar las del enemigo y que esta fue una guerra de trincheras en la que "las condiciones de vida en el frente eran espantosas".
En el libro, Eslava Galán nos cuenta que de España salieron minerales, caballos, cartuchería y que la industria textil catalana se puso las botas con los uniformes de los soldados. Además, en todos los puertos importantes de España había espías de uno u otro signo y se hundieron hasta 70 barcos españoles durante la contienda.