La necesidad de la escritura nace con la necesidad de hacer los inventarios de cultivos y ganadería. Y es que, desde un punto de vista religioso al Faraón le pertenecían todas las tierras porque Egipto era la herencia de los Dioses al rey, aunque después este hiciera donaciones o dictara decretos que cedían tierras o la explotación de estas.
Entre los animales objetos de explotación estaban las ovejas, las cabras, o el mítico burro que todavía a día de hoy puebla por la ribera del Nilo. El caballo aparece con las llegada de los hicsos hacia el 1500 a.C desde las estepas centrales asiáticas. Asimismo, se sabe que los egipcios era gente muy práctica y es que, por ejemplo, aprovechaban el paso del ganado ovino para sembrar.
Sin embargo, el dromedario, un animal que se asocia con el desierto, no salía representado en los jeroglíficos porque los beduinos recurrían a su uso, y los egipcios despreciaban todo aquello que tuviera que ver con este pueblo.
La relación con el mundo animal desde el puto de vista económico, los rebaños representaban riqueza que siempre estaban en manos de templos, las fincas de los reyes o en la mano de los nobles. Todo esto quedaba registrado en la piedra de Palermo en unos censos bianuales en los que contaban todo el ganado que había en Egipto y lo clasificaban.
Pero no todo era economía, ya que la relación tan estrecha que tenían con el mundo animal llevó a que tuvieran mascotas en sus casas. Siempre pensamos en el gato, pero los perros también fueron muy importantes. Los podencos y el ibicenco, raza que llevaron a Ibiza, o el perro basenji que es más pequeño y no ladra. Además, domesticaban los monos comunes y los mandriles para coger las frutas de los árboles, y las gacelas también formaban parte del entorno familiar.
Los cultivos por excelencia en la tierra más cercana al Nilo eran los cereales, por eso era conocido como el "granero de roma". El centeno, el trigo o la cebada eran los más típicos, y por ellos la cerveza es un invento Egipto.