Tras semanas de protestas en contra de la gestión del presidente, el 18 de agosto Malí sufrió un golpe de estado por parte de militares que derrocaron al Gobierno maliense.
"Todo esto lleva cocinándose a fuego lento desde hace mucho tiempo", dice Eduardo Saldaña. Malí lleva desde 2012 con la presencia de grupos yihadistas al norte del país, "que tampoco ha disminuido desde entonces", cuando tuvo lugar otro golpe de estado.
El entonces presidente, Ibrahim Boubacar Keïta, llegó al poder en 2013 cuando el país estaba sumido en un "caos absoluto". Muchos pensaron que traería las reformas que este país necesitaba, pero con el paso de los años se ha podido ver que "no ha habido grandes avances". Para colmo, a este malestar se le ha sumado la pandemia del coronavirus.
