Cuando utilizamos un zapato que nos da poca estabilidad, los dedos en cada paso se engarran, con el objetivo de buscar un punto más de apoyo para dar mayor equilibrio; y este gesto repetido va formando los dedos engarrados, o sea, una alteración en la posición de los dedos del pie.
Juan Carlos Montero, vocal del Colegio Profesional de Podología Comunidad de Madrid, nos alerta de las consecuencias del uso excesivo de chanclas: “Estamos acostumbrados a caminar con un calzado que tenga una altura en el talón, y pasar de manera drástica a un zapato plano puede generar problemas como la fascitis plantar, que esto lo que hace es generar una sobrecarga en el músculo del pie y puede crear una inflamación, también problemas a nivel del gemelo, de rodilla…”
Por su parte, las grietas son una consecuencia de una nula hidratación: “En verano, que encima hay menos humedad en el ambiente, lo que en la piel se produce es una sequedad, que provoca una falta de elasticidad en la piel; en zonas como el talón, que es una zona más tirante, tiene más facilidad para romperse la piel y generar estas grietas que son bastante dolorosas, de ahí que sea súper importante hidratarse los pies, en especial en este tiempo de verano”.
“Cuidar nuestros pies al final es cuidar nuestra salud”, concluye el experto.