Marlene Engelhorn, una joven austriaca de 29 años ha rechazado una herencia millonaria de 4.200 millones de dólares, que al cambio son unos 4.120 millones de euros. Se trata del 90% de la fortuna que le corresponderá cuando fallezca su abuela Traudl Engelhorn-Vechiatto, que es descendiente de los fundadores de la empresa química más importante del mundo, BASF. Estamos hablando de la persona que ocupa la posición número 687 de los más ricos del mundo.
Marlene considera que no ha trabajado “ni un día” para tener este patrimonio, además esta chica está involucrada en organizaciones que piden que las grandes fortunas paguen más impuestos, para que haya más igualdad.
El protagonista de esta historia se llama José Beltrán, catedrático de arqueología de la Universidad de Sevilla, que ha reconocido una pieza romana que fue robada hace unos años en el municipio de Bornos, en Cádiz. Se trata de un busto de la época romana de Antonia la Menor, la hija del Emperador Marco Antonio con Octavia. Este busto se descubrió en la década de los 60 en el yacimiento de Carissa Aurelia en Cádiz. En aquel momento, se cedió al ayuntamiento de Bornos, donde ha estado hasta el año 2010. Pero en otoño de 2010, esta figura se trasladó a una vitrina de un centro de interpretación del municipio, para una exposición. En aquel otoño el centro se cerró y se mantuvo así hasta hasta enero de 2011, cuando el centro reabrió.
En 2018, José Beltrán junto a su compañera, María Luisa Losa, estaban haciendo un estudio acerca de las esculturas romanas de la provincia de Cádiz. En el estudio, tenían previsto incorporar esta pieza de Antonia la menor y se dieron cuenta de que esa pieza era exactamente la que había sido robada 8 años antes. Se lo comunicaron al ayuntamiento y se procedió a la denuncia de la pieza robada.
El busto, estaba en la Gliptoteca de Munich. Este museo, devolvió la pieza a su propietario.
Y por último, el cartel de Schweppes del edificio Carrión de Gran Vía de Madrid cumple 50 años desde el 5 de agosto de 1972 que se expidió la licencia de instalación de este cartel, aunque no fue hasta septiembre de ese año cuando se procedió a su colocación. En su momento, esa empresa de bebidas desembolsó un total de 3.750 pesetas al ayuntamiento de Madrid para poder poner la publicidad. La creadora de la instalación fue Luisa Álvarez que empleó metal, vidrio y luces azules, amarillas y rosas.
