Hoy nos trasladamos a un lugar muy céntrico, y es que Guiller Verdín y el catedrático José Manuel Lucía nos cuentan la historia de las estatuas dedicadas a Cervantes que hay en la capital de España: la de la Plaza de las Cortes y la de la Plaza de España.
Miguel de Cervantes murió el 22 de abril de 1616 en su domicilio de Madrid de la calle del León esquina con Francos. Sin embargo, en 1833 el propietario del inmueble, don Luis Franco, decidió derruir la casa para construir un edificio donde posteriormente se puso en la fachada un relieve con el busto de Cervantes y una inscripción rememorando su estancia y muerte en aquel lugar. Además, poco después se cambió el nombre de la calle de Francos por el de calle de Cervantes.
Pero la cosa no se quedó ahí, porque el rey Fernando VII ordenó que se levantase en Madrid un monumento en honor al autor, que curiosamente va a ser la primera estatua de un civil que se lleva a cabo en España. Dicha estatua se inauguró en 1835, siendo ya regente la reina María Cristina, frente a las Cortes.
Pero sin duda alguna, la figura de Cervantes más conocida es el monumento que está en la Plaza de España de principios del siglo XX. Se hizo por concurso público, es decir, por subvenciones y dinero de particulares, y se terminó inaugurando el 13 octubre de 1929.
La elección del proyecto fue por un concurso nacional, y cuyos ganadores fueron el arquitecto Rafael Martínez Zapatero y el escultor Lorenzo Coullaut Valera. Un proyecto que representa la exaltación a la hispanidad donde todo era simbólico, ya que se encontraban en un momento en el que España se estaba lamiendo aún las heridas por la pérdida de Cuba y Filipinas.