En un discurso de hora y media, impregnado de las buenas intenciones que caracteriza cualquier discurso de investidura, Cifuentes ha sido contundente en cuestiones elementales. “Las urnas nos dijeron alto y claro que hay cosas que no se estaban haciendo bien”, ha dicho, al tiempo que manifiesta su compromiso de “tolerancia cero” con la corrupción. En ese compromiso está implícito, se supone, no poder alegar como Aguirre que nunca vio ni supo nada de redes corruptas tan copiosas como la Gurtel y la Púnica.
La futura presidenta no va a privatizar la gestión de un solo hospital público más, abrirá este verano comedores escolares, mantendrá la titularidad pública del Canal y eliminará el Consejo Consultivo. O sea, Gallardón y Leguina, tendrán que buscar trabajo.
Es la primera vez en 20 años que el partido popular gobierna sin mayoría absoluta. Si el pacto con otras fuerzas, en este caso Ciudadanos, implica cambios en el fondo y las formas como los que hoy hemos visto en la Asamblea de Madrid, bienvenidos sean.