En el caso de Merkel, es especialmente complicado mantener esa línea dura con Putin sin propinarse un tiro en el pie, es decir sin perjudicar sus intereses económicos y gasísticos. Mientras, Ucrania sigue perdiendo terreno literalmente -dos provincias del este están ya en manos prorrusas- y Moscú descarta una salida pacífica o diplomática.
En fín, una guerra latente a dos horas de vuelo.