Hoy la actualidad política discurre en un circo de varias pistas: hay atención puesta en el Senado por el estreno del nuevo líder del PP, Alberto Núñez-Feijóo, y su primer cara a cara con el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Mientras, en el Congreso, el Ejecutivo también tiene una cita importante. Esta tarde se vota la tramitación de la ley para abolir la prostitución, que plantea perseguir el proxenetismo en todas sus formas, y castigar tanto a los dueños de los locales donde se ejerce la prostitución como a los puteros. Esos tipos que se llaman a sí mismos “clientes”, como si la explotación sexual de una mujer fuera un servicio cualquiera.
Podemos ha anunciado que apoyará la ley, aunque no está clara la postura de los Comunes o de otros grupos, que parecen más partidarios de la regulación que de la abolición. O eso han venido diciendo hasta ahora.
El texto no entra, sin embargo, en el espinoso asunto de la pornografía, una reivindicación del feminismo clásico, que seguirá durmiendo en un cajón.