Hace unas semanas hubo una polémica importante al saberse que una editorial inglesa decidió modificar las obras de Roald Dahl, eliminando adjetivos como "gordo" o "fea", para evitar ofender a los nuevos lectores del autor de Charlie y la fábrica de chocolate.
El escándalo tomó tal magnitud que la editora emitió un comunicado el viernes pasado echando marcha atrás. Pero hoy se añaden a esta polémica los libros de Ian Fleming, el célebre autor de James Bond: con motivo del 70 aniversario de la publicación de la primera entrega de la serie, Casino Royale, se van a reeditar las novelas, pero eliminando las referencias raciales y racistas.
Ojo porque parece que esta tendencia de censurar o dulcificar la literatura clásica y popular para hacerla compatible con los valores de hoy, podría ser contagiosa. Es altamente probable que ningún autor del siglos pasados escribiría hoy lo mismo que hace 50, 100 o 200 años, de la misma forma que ya no se cuentan los mismos chistes que nos hacían reír sin ningún complejo hace 30 años.
Una cosa es contextualizar y otra, censurar y cambiar las palabras de un autor muerto.
¿Qué consecuencias tiene esta revisión permanente de los clásicos? ¿Qué pueden hacer los autores para evitar que se les reescriba en el futuro? Igual deben dejar en su testamento esa prohibición, no sea que los herederos quieran hacer caja traicionando la memoria de su ilustre familiar. Nos lo preguntaremos en el Gabinete con Julio Lleonart, Juan Manuel de Prada y Elisa Beni.