Llegamos a la recta final de una campaña electoral cada vez más enfangada. Si los indecisos esperan hasta el último momento para escoger su papeleta y tener toda la información relevante sobre cómo se recogen las basuras en su ciudad, cuál es la política de vivienda de su ayuntamiento, qué planes hay para la atención primaria de su comunidad autónoma, cómo es la política de medio ambiente, educación... Pueden esperar sentados.
Por alguna razón ninguno de estos asuntos, que son de verdad los que se dirimen el próximo domingo, ha sido motivo de la conversación pública. Primero fue ETA y ahora la supuesta amenaza de un pucherazo electoral al más puro estilo Bolsonaro o Trumpista. Algunos quieren ver una trama a partir de unos casos que, siendo preocupantes y graves, son aislados y están en manos de la justicia. Cualquier cosa menos hablar de lo que se vota el domingo.
Y mucho menos de economía. Es noticia del día que Alemania ha entrado oficialmente en recesión. Sí, Alemania. Que la economía española sea de las que mejor resiste y crezca obliga a los aspirantes a abandonar ese argumento tan querido de la economía y escarbar en lugares oscuros. Entre la irresponsabilidad y la desfachatez.