La empresa Ferrovial pagaba al Palau el 4% de toda la obra pública que hizo en Cataluña. El 2.5% se desviaba al partido de Pujol, el 1% se lo quedaba el propio Millet y el 0,5% restante, era para su mano derecha, Jordi Montull.
Así, sin anestesia, con claridad meridiana se ha producido la confesión de un hombre en silla de ruedas que ha cumplido el pronóstico de Montull de hace una semana, cuando dijo “la semana que viene nos vamos a divertir”.
Estamos tan poco acostumbrados a que en España se tire de la manta o se cante la traviata, que la confesión de Millet, ha dejado boquiabierta a la opinión pública y a la política.
Cuando Pasqual Maragall dijo a Artur Mas, en sesión parlamentaria en el 2005, aquello de “ustedes tienen un problema que se llama 3%”, la reacción airada de Mas exigiendo rectificación y disculpas, resulta hoy de un cinismo casi insoportable. A no ser que el entonces máximo líder de Convergencia, como otros, pretenda hacernos creer que aquella ingente cantidad de dinero que llegaba, era cosa del tesorero. Tragamos mucho, pero esto ya no nos cabe.