El fin de semana de San Juan ha sido caliente y potencialmente explosivo. Aunque las noches son cortas se hizo especialmente larga la del sábado al domingo, cuando supimos que había algo parecido a una rebelión en Rusia protagonizada por el jefe del grupo Wagner.
El peligro de privatizar la guerra y encargársela a unos mercenarios, la mayoría reclusos excarcelados y autores de todo tipo de delitos, es que los mercenarios obedecen a quién les paga. Es una enseñanza interesante para el mundo.
Los mercenarios de Prigozhin, este millonario que empezó siendo el cocinero de Putin, se detuvieron a solo 200km de Moscú, pero obligaron a Putin a reconocer la amenaza, decretar el estado de alarma y ponerse a salvo en un lugar desconocido. Las grietas y el desgaste en su liderazgo, que hasta ahora parecía inquebrantable, son evidentes. Pero sabemos poco en realidad de lo que ocurrió.
Son muchos los enigmas que nos deja este fin de semana: No sabemos aún qué pasó y sobre todo cómo se resolvió en apenas unas horas lo que parecía un inminente enfrentamiento civil…tampoco cuál puede ser el próximo movimiento de Putin, a quién los suyos reclaman que actúe con mano dura.