Imaginemos a un español millonario que ha pagado una fortuna para que le lleve los asuntos uno de los bufetes, presuntamente más reputados, del mundo del hampa de cuello blanco. Imaginemos que un día negro, como el dinero que esconden, llega carta de ese bufete en Panamá advirtiendo literalmente de que “cierta información confidencial ha sido recopilada por terceros externos y ha caído en manos de periodistas de ciertos medios que están haciendo falsas suposiciones respecto a la naturaleza de nuestros servicios”. Añade la carta de los abogados panameños enviada a sus clientes que “lamentamos cualquier inconveniente que el hecho pueda causarle y agradecemos la confianza en nosotros”.
No sabemos cuántos españoles estarán con sudores fríos esperando leer su nombre, pero es altamente probable que este rato largo de angustia sea el único castigo. Eso y la sanción social y pérdida de la reputación. Al menos en Islandia seguro que ocurre. Aquí, ya se lo iremos contando.