Once policías nacionales y, al menos, un manifestante resultaron heridos en el altercado que se vivió a las puertas de la Delegación de la Junta de Castilla y León en Salamanca.
Fue la manifestación de un grupo de ganaderos, no todos, un grupo, los de la Unión por la Ganadería, que acabó con el intento de asalto violento, un poco al estilo trumpista.
Los manifestantes protestaban contra los controles sanitarios que la ley española y europea obliga a realizar ante la crisis de la tuberculosis bovina.
La Consejería de Agricultura y Ganadería de la Junta, que está en manos de Vox, les había prometido a esos ganaderos relajar los protocolos de control. Algo que no podían cumplir, claro, porque lo primero es que las reses enfermas no contagien a las de otras provincias, libres como están de tuberculosis.
Por no hablar de lo segundo, que es la seguridad alimentaria de los consumidores. O sea, que se engañó a los ganaderos y un grupo de estos inició esta protesta ante el silencio de Mañueco, el presidente, que no quiere incomodar, se supone, a su socio de Gobierno.
Vamos a reflexionar este altercado y sobre las falsas promesas que lo han desencadenado. Por suerte, existe la justicia europea. ¿De qué es síntoma lo que ocurrió ayer?