“Tendréis que mancharos las manos de sangre para echarme” . Lo dijo ayer mismo Boris Johnson, pero al final, los tories han consumado la carnicería y la tradición de matar al inquilino de Downing Street cuando se convierte en un lastre para el partido conservador. Lo han hecho muchas veces y ésta no iba a ser diferente aunque la personalidad de Johnson convertía en imprevisible lo que acabó ocurriendo.
Es la noticia que a esta hora se ha enseñoreado de todas las portadas, aunque también queremos fijarnos en otra sentencia que se ha conocido hoy y que explica muchas cosas del funcionamiento de nuestro país en las últimas décadas: La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha multado con casi 204 millones de euros a las seis principales constructoras españolas, ( Acciona, Dragados Ferrovial, FCC, OHLA, Sacyr…). ¿por qué? Sorpresa, ¡ por haber concertado miles de licitaciones de carreteras, hospitales y aeropuertos…o sea, ingente obra pública, durante 25 años. Se sentían tan impunes que, en sus reuniones semanales, se llamaban a sí mismos “el G-7”.
El interés de una minoría de empresas, muy potentes y con mucho poder, ha supuesto un grave perjuicio público, que no sólo afecta a todos los contribuyentes, también a la sana competencia en su sector. Los concursos públicos a los que se presentaron miles de empresas españolas, eran concursos fake, todo estaba ya apañado y concedido. ¿Será ese el capitalismo de amiguetes con puro en reservados de buenos restaurantes?