Influencer es uno de esos anglicismos que se han ido metiendo lentamente en nuestra vida hasta el punto de vivir una auténtica inflación de influencers. Los hay por todas partes, incluso muchos que no influencian a nadie, pero que se llaman así.
En general, son las personas que mueven voluntades a través de los redes sociales. Hasta el momento, parecían no responder a ninguna ley ni código ético profesional, y digo hasta ahora porque la Justicia italiana ha sido pionera al sacar un código de conducta para influencers que tengan más de un millón de seguidores. A partir de esa cifra, tienen las mismas obligaciones que los medios de comunicación, como dejar claro cuándo dan contenidos publicitarios.
Esta legislación entra en juego para evitar escándalos como el de Chiara Ferragni, la influencer italiana más conocida que ha sido multada con un millón de euros porque promocionaba un producto que teóricamente tenía fines benéficos y era falso.