Rajoy volverá después a la Moncloa a ocupar ese especie de limbo político que es el gobierno en funciones, que no nos engañemos, manda y decide también. Y en ese purgatorio se mantendrá la vida política española hasta que pasen las elecciones vascas y se vea si la necesidad del PNV se convierte o no en la virtud que el PP precisa.
Mientras, menudean los linchamientos y las conminaciones. Todos hacia el mismo lado, hacia Sánchez, al que a fuerza de presión están convirtiendo en héroe de las bases. El es uno de los tapones, sin duda, pero sobre el otro, sobre Rajoy, se está aplicando el guante de seda. Salvo Felipe González, que acaba de pedir la cabeza de Rajoy para que el Psoe se
abstenga. ¿Lo pedirá Sánchez esta tarde? Es la única duda.