Ésta es una de las decisiones tomadas esta mañana durante la reunión de ministros de Justicia e Interior en Bruselas. O sea, el tratado de Schengen, el de la libre circulación de personas de los países miembro, se revisa parcialmente para proteger, sobre todo, las fronteras externas de la Unión. Eso implicará, sin duda, largas colas, algo parecido a lo que nos pasa ahora a los europeos cuando aterrizamos en aeropuertos de Estados Unidos.
La medida, en principio, será eficaz para detectar el regreso a Europa de yihadistas con nacionalidad europea que hayan viajado a Siria para recibir adiestramiento. Pero no será útil para detectar a los que hayan nacido aquí, vivan entre nosotros y se hayan radicalizado en origen sin necesidad de viajar al nido de la serpiente.
La estrecha y a veces difícil relación entre libertad y seguridad, añadirá dificultades a la vida de los europeos. Lo que está por venir irá forzosamente en esa línea.