Los neoyorkinos, acostumbrados a grandes nevadas, disponen de unas pocas horas para limpiar con sus propios medios, los accesos a su casa, o a la portería, las aceras, los laterales del edificio, incluso abrir pequeños caminos hacia los pasos cebra cercanos, si los hay. De no cumplir con esa responsabilidad, las multas pueden llegar a 350 dólares. Y si hay reincidencia, a juicio. Es un pequeño ejemplo, pero paradigmático, de lo que significa que cada uno se ocupe de lo suyo. Así se adelgaza la Administración pública y la capacidad de respuesta del Estado.
¿Quién debe quitar la nieve de cada casa o portería? ¿Cada uno la suya o los ayuntamientos y gobiernos? La pregunta no es baladí. La realidad, primero con la pandemia y ahora con el temporal, nos está planteando ese dilema. ¿Queremos un Estado, una Administración fuerte que dé respuestas a las catástrofes y necesidades de los ciudadanos o apostamos por que cada palo aguante su vela?
La pareja Reagan/Tatcher inició una revolución liberal, la de las privatizaciones y desregulaciones. Mandaba el mercado. Remataron la faena, también con mucho empeño, líderes socialdemócratas como Tony Blair y Gerhard Schröder. Y así, como en la cocina moderna, se fue deconstruyendo el Welfare State, el muy civilizado Estado del bienestar europeo que trajo los años más prósperos y de menos desigualdad en un continente arrasado por la segunda guerra mundial.
Tanto la pandemia de covid como esta catástrofe del temporal, obligan a reflexionar: ¿hay que rearmar económicamente los Estados, debilitados por años de recortes y austeridad? ¿Hay que invertir en lo de todos o que se salve quién pueda? ¿qué queremos pagar cada uno y qué estamos dispuestos a pagar entre todos?.
Nos parece un debate necesario que trasladaremos a nuestros gabineteros y, por supuesto, a ustedes. ¿Queremos un estado débil (ese que no apaga los fuegos gigantescos en Estados Unidos ni se ocupa de las carreteras ni los servicios públicos en general) o un Estado fuerte que tenga respuesta y servicios para todos, aunque cobre más impuestos? ¿La naturaleza, nieve y virus, han puesto el modelo ultraliberal contra las cuerdas?