El caso de la niña gallega pone a prueba todos los códigos deontológicos, incluido sobre todo el periodístico. Las imágenes de linchamiento son tan terribles como humanamente entendibles. Lo cierto es que los indicios son muchos –por eso está en prisión desde hace 2 horas- pero el móvil del crimen tan horrendo es aún un misterio para la policía y la justicia.
Eso quiere decir que todas las versiones de la causa económica fueron eso, versiones, especulaciones sin contrastar. La necesidad de saber debiera ser compatible con la escrupulosa observancia del rigor informativo.