De todas las huidas, la más notable y preocupante es la de la deuda española. Los inversores de fuera han vendido letras, bonos y obligaciones por un valor equivalente al 6 y medio del PIB español. De todos los meses, el pasado febrero fue en el que más desinversiones se produjeron. En contrapartida, parece que la fuga de capital extranjero no se corresponde con la del dinero español, que no solo no está huyendo sino que está vendiendo activos que tenía fuera del país para invertirlo aquí en deuda española. O sea, España se fía más de sí misma que lo que los extranjeros se fían.
Y ahí está el ejemplo de Monti, que por segunda vez metió la pata con España, y por segunda vez ha tenido que llamar a Moncloa para pedir disculpas. Pero fíjense, cuando ataca lo hace en público y se entera todo el mundo y cuando se excusa lo hace en privado y la información no llega a los inversores extranjeros. Como se suele decir, que Rajoy se ocupe de los amigos, porque de los enemigos ya procuraremos defendernos entre todos.