Todos los Gobiernos invierten grandes cantidades de dinero público en intentar preservar su industria automovilística, pero el futuro del sector está directamente vinculado a su capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos. Hay un dopaje de los Estados en forma de miles de millones inyectados a las empresas de vehículos, que tal vez debería invertirse de otra forma. Y ahí los interrogantes alcanzan a todo el futuro. Nos preguntamos cómo será la movilidad del futuro. La idea de que cada familia tenga un coche, y en las familias con posibles, incluso varios, no parece sostenible. Pero quizá habría que apostar por otras industrias. Otra cuestión es si se puede encontrar el equilibrio entre industria y ecología