Esta mañana conocíamos que Bruselas ha decidido expedientar al Reino Unido por violar los acuerdos del Brexit unilateralmente y tolerar el contrabando en Irlanda del Norte. El gabinete de Boris Johnson, él incluido, sabía que el control de la frontera entre un estado de la Unión Europea -Irlanda- y otro que salió con el Brexit -Irlanda del Norte- iba a ser muy difícil de gestionar.
Sin embargo, esa frontera porosa no es la única batalla que Johnson tiene abierta con las instituciones europeas: ayer el Tribunal de Derechos Humanos obligó a cancelar en el último minuto la primera deportación de migrantes a Ruanda, que pretendía el señor de las 'parties locas' en Downing Street.
Parece que tras el 'partygate' Boris Johnson ha decidido centrar su ofensiva política en aquello que propició su ascenso al poder, o sea, el Brexit y la supuesta libertad del Reino Unido para no tener la obligación de cumplir con las normas establecidas por la UE, aunque sea a costa de pisotear los acuerdos fronterizos o vulnerar el derecho internacional.
¿Cuáles son los desafíos a los que se enfrenta Boris Johnson próximamente? y, desde el otro lado de la moneda, ¿qué puede y debe hacer la Unión Europea ante este tipo de populismo-nacionalismo?.