Antón Reixa nos explica que "no hay una consciencia de que los delitos contra la libertad, los medioambientales, la malversación de fondos y el tráfico de influencias sean realmente un delito". Hace una excepción y propone que "si la función de la justicia y de la pena es la redención y rehabilitación, y la persona está absolutamente rehabilitada, eso se debería regular".
General Monzón se pone en el lugar de los españoles y asegura que "los ciudadanos están hartos de lo poco que se castiga, lo mal y lo despacio" y que "los indultos sin control de ninguna clase son el colmo".
Elisa Beni explica que "el indulto es anacrónico y se mantiene porque la justicia material tiene algunos agujeros negros que produzcan una injusticia real", y añade que el problema reside en que "el indulto está siendo utilizado por el poder político como último valuarte de la impunidad que ellos buscan como casta".