General Monzón opina que "dificultar el aparcamiento de los coches en la calle y hacer obras aparentemente innecesarias no justifica en absoluto la reacción desproporcionada". Augura que "es mucho más serio de lo que parece" y que se está produciendo "una resurrección del anarquismo romántico y una resurreción del populismo derechista dentro de los antisistema". Añade que "echémonos a temblar si son itinerantes y se están dedicando a asistir a todas las convocatorias de este tipo".
Julián Casanova tiene una visión más positiva del conflicto y cree que "que los vecinos sepan tomar un papel activo en sus comunidades es un camino para cambiar las cosas". El problema está en que "los políticos en España muestran muchos enlaces solidarios entre ellos pero no tienen ninguna sensibilidad con la gente que no son como ellos" y "para construir democracia y resolver los conflictos tienen que haber tolerancia y confianza", pero "si se ignoran estos valores la salida siempre es la fuerza".
Antón Reixa asegura que "hay un exceso de paz social en España con la situación que tenemos" y que "cabría esperar que hubiera bastante más movilización", puesto que "lo único que se ve en la calle es miseria".