Este fin de semana se ha producido el asalto a la valla de Melilla más sangriento que se recuerda: 23 personas han perdido la vida, aunque las organizaciones humanitarias que trabajan en la zona estiman que pueden ser muchas más.
Las imágenes de decenas de jóvenes tumbados en el suelo, hacinados y golpeados por las fuerzas de seguridad marroquí, son sencillamente escalofriantes y han sacudido la opinión pública. El Gobierno ha tardado varios días en lamentar la pérdida de vidas humanas, en una acción que en un primer momento se calificó de “asalto violento bien resuelto”.
A propósito de este suceso vamos a reflexionar sobre por qué se ha producido esta masacre, y sobre la importancia de la difusión de estas imágenes para visibilizar un problema que no es nuevo. ¿Cómo ha de ser una política migratoria que respete los derechos humanos? ¿Es casual que este salto masivo se produzca en este momento, en puertas de la cumbre de la OTAN que va a incluir la defensa de Ceuta y Melilla en su artículo quinto?
