Con el Covid-19, el botellón y muchas fiestas ilegales no han parado de celebrarse, y muchas ciudades universitarias temen la llegada de sus alumnos. En Santiago de Compostela el jueves pasado la policía tuvo que acudir a 28 fiestas que se estaban organizando en pisos de estudiantes.
La policía acude porque los vecinos denuncian, pero el Ayuntamiento llevan insistiendo desde hace varios días en hacer un llamamiento a la responsabilidad. "Estamos en cifras relativamente razonables, pero notamos un crecimiento en el número de casos activos desde este fin de semana", dice Xosé Sánchez Bugallo, alcalde de Santiago de Compostela.
Para combatir este problema el alcalde señala que tienen "algunos instrumentos, pero escasos e insuficientes". Como las multas, que las considera "excesivamente pequeñas para la magnitud del problema que tenemos".
Por ello, el Ayuntamiento está pidiendo a la Xunta de Galicia que regule estas multas no desde la molestia a los vecinos, sino "desde la incidencia en la salud publica". "Intentamos concienciar a los estudiantes de que el esfuerzo que se está haciendo no sirven de nada si después salen de fiesta"
"Tenemos que insistir entre todos en concienciarlos y corregir los comportamientos inadecuados", indica Sánchez Bugallo, y por eso pide que las multas se multipliquen "por cinco o por seis", porque a 10 euros per cápita es un riesgo asumible, pero a 100 euros ya les va a costar más".