'Una mujer no muere jamás' es la historia de dos mujeres en paralelo, la de una periodista que en la actualidad estudia la vida de la mujer que fue propietaria de su piso, a la que se encontraron momificada después de diez años muerta. "No tiene nada de biográfico, no he sido momia nunca", bromea Elisa Beni, que critica "la auto ficción" porque considera que "es una falta manifiesta de imaginación y el escritor se hace a través de la técnica, la prestidigitación del idioma y la imaginación".
"Es una novela madrileña y en parte vasca", cuenta sobre esta historia de sororidad. "Hay muchas historias de amor, de todo tipo, en la novela", explica Beni, que "cree que todos los hombres de la novela son vistos a través de las mujeres". "Estoy muy acostumbrada a ver la vida a través de los ojos de los hombres... siempre hay mujeres que desatan sus pasiones, y eso es 'atrezzo' de sus vidas. En mi novela todo lo cuentan mujeres y todo lo vemos a través de sus ojos", reflexiona.
Maixabel, la mujer que encuentran momificada, es el gran personaje de la novela, que nos muestra cómo la sociedad franquista le obliga a desempeñar un papel: "Hasta que por fin puede soltarse y desarrollarse. Hubo quienes pudieron saltar ese obstáculo y conquistaron un espacio de libertad, aunque fuera la interior". Beni considera que cuando habla de que 'Una mujer no muere jamás', habla de cosas educacionales como "de enamorarse y desnudarse hasta tal punto de dejar de ser ellas". ""Hay cosas muy internas del mundo de las mujeres que no cambian con las generaciones", cuenta Beni, que considera que las lectoras de 20 y 50 años pueden sentirse igualmente identificados con los personajes de la novela.
"Escribir es un calvario pero es una de las únicas maneras de ser feliz", escribe Lara, uno de los personajes de la novela.