ENTREVISTA JULIA EN LA ONDA

Anxo Lugilde y Ángel Martín: "El estigma que existe en torno a las enfermedades mentales mata"

En 'Julia en la Onda', hablamos con Ángel Martín y Anxo Lugilde sobre el estigma de las enfermedades mentales y cómo es vivir en sociedad padeciéndolas en primera persona

ondacero.es

Madrid | 01.12.2021 19:20

La salud mental ha sido siempre un tabú a pesar de ser fundamental para el correcto desarrollo de las personas. España se encuentra en una situación de crisis de asistencia, ya que hay 11 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, la mitad que en otros países de nuestro entorno como Noruega, Francia, Suecia o Alemania y tan solo 6 psicólogos, 3 veces menos que la media europea.

La salud mental en tiempos de pandemia

Con la pandemia, la salud mental se ha colocado en la agenda política, pero visibilizar las enfermedades mentales pasa primero por hablar de ellas, sobretodo si lo hacen personas reconocidas, entre las que cada vez es más frecuente escuchar un testimonio de haberlas sufrido basado en la propia experiencia. En 'Julia en la Onda', hablamos de la importancia de darle voz a un problema que cada vez es más frecuente entre la población española, y lo hacemos de la mano del escritor y humorista Ángel Martín y el periodista Anxo Lugilde, que nos hablan de los brotes psicóticos y la depresión, enfermedades mentales que han padecido respectivamente y sobre las que nos hablan en sus también respectivos libros: "Por si las voces vuelven" y "La vieja compañera".

Las enfermedades mentales narradas desde la propia experiencia

Sobre la experiencia de narrar su experiencia en un libro que es accesible para todo aquel que lo quiera leer, Martín afirma "que no fue difícil, ya que hasta que se publicó el libro no fui consciente del tabú que son las enfermedades mentales". Según cuenta, "tenía muy claro contar mi historia para decir que también había pasado por eso y exponer cuáles fueron las herramientas que a mí me ayudaron".

Anxo Lugilde, por su parte, nos confiesa que lleva toda su vida conviviendo con la depresión, ya que fue diagnosticado con 18 años de los 51 que tiene actualmente. Comenzó yendo a la psicóloga con tan solo 7 "cuando tuve que lidiar con problemas como que me obligaran a escribir con la derecha cuando era zurdo". Al contrario que para Ángel, afirma que "escribir el libro sí que le resultó difícil, ya que, en los 90, la salud mental estaba mucho más estigmatizada".

Salir del armario de las enfermedades mentales es una obligación cívica para las personas que tienen repercusión social, porque así ayudamos a nuestros camaradas

Con el tiempo, Lugilde confiesa que se dio cuenta de que "los que le querían fastidiar conocían lo que me pasaba, por lo que era una tontería ocultarlo". Para él, decirlo significó "soltar un lastre y hacer que la gente pudiera ayudarme a mí y yo a los demás" porque llegó un momento en el que le pareció "hasta cruel no contarlo". Según comenta, "salir del armario" se trata de "una obligación cívica para las personas que tienen repercusión social, porque así ayudamos a nuestros camaradas".

El inicio de un proceso

Para Ángel, conseguir que lo ingresaran fue "muy difícil", ya que "un amigo tuvo que pedirme que lo acompañara para yo poder ingresar". Según nos cuenta, el paso a este mundo "resulta tan sútil y está tan bien argumentado por parte de la locura que en ningún momento te planteas que te esté pasando nada". Cuando llegó al hospital, consiguió encontrar "un lugar seguro" en el que poder contar lo que su cabeza creía que sucedía, y "allí me dieron un vaso de agua con una cosa que me hizo quedarme ahí". Confirma que fue un conjunto de cosas que gracias al azar "les hizo tener mucha suerte y llevarme hasta allí".

Sobre la importancia del entorno, Lugilde afirma que ellos le salvaron porque "le ataron a la vida". A diferencia de Ángel, admite que le resultó mucho más difícil entrar al hospital que salir ", ya que al estar completamente consciente, "se sintió como si entrara en prisión, como si hubiera caído en el último vertedero del universo". Sin embargo su percepción del lugar cambió tiempo después, cuando "conocí a gente muy interesante que me trató muy bien". De los dos ingresos que tuvo, Anxo nos confiesa que fue en el segundo cuando le tuvieron que "atar en una camilla debido al peligro que suponía para mí mismo", aunque, afirma contundente que "la experiencia acabó siendo positiva".

Cuando sales de hospital todo desaparece, la gente no es la misma y tú te sientes vacío y roto. Es como si de repente te dieras cuenta de que las personas no son los superhéroes que creías.

Para muchas personas, el salir del centro en el que una persona con problemas de salud mental se está tratando supone que la enfermedad ha desaparecido, algo que Ángel Martín desmiente en su libro: "cuando sales todo el universo que tú tenías en tu cabeza desaparece, la gente no es la misma y no eres capaz de recordar los vínculos que te unen a las personas que antes querías, lo que hace que el mundo sea gris y tú estés vacío, roto". Esa es, según reconoce en su propia experiencia, "la peor parte de todo el proceso, porque te das cuenta de que las personas que te rodean no son los superhéroes que creías que eran".

El principio del fin

La recuperación, confiesan ambos "requiere de muchos años, porque es muy sutil y lento", especialmente en el caso de Anxo, que reconoce entre risas "que espera que nadie tenga que convivir tanto tiempo con la vieja compañera". Según afirma, "la depresión te secuestra el cerebro y lo hace todo negro, porque su vocación final es conducirte hasta la muerte a través del sufrimiento y la incapacidad de sentir placer". Para Ángel, de repente "te conviertes en la marioneta de algo oscuro, algo que resulta muy difícil de entender para los que no han pasado por esto".

El estigma y la incomprensión matan

Por este motivo, nos cuenta que cuando él salió del hospital recíbía comentarios de ánimo a los que contestaba diciendo que "no había sido decisión suya estar ahí, ya que era cosa de otra persona que se estaba encargando de que no pueda hacer nada". Ahí es donde, según Lugilde, "opera el desconocimiento social que existe sobre las enfermedades mentales", lo que es llamativo, ya que en el caso de la depresión, la cual sufren hasta 2 millones de personas en España según el INE, se conoce menos sobre ella que de otras enfermedades raras con muchos menos afectados. Para Lugilde, una posible solución sería "la implantación de campañas de concienciación para que la gente nos trate mejor, porque el estigma y la incomprensión matan".

Una cuestión mucho más frecuente de lo que creemos

Sin embargo, para Ángel, el dato del INE es inexacto debido a que "solo incluye a las personas que lo han renocido" y apunta que su sensación es que "hasta el 98% de las personas lo sufren", y la mayoría en silencio. Confiensa que, refiriéndose al brote psicótico como el que él sufrió, se trata de algo que está mucho más extendido de lo que parece, y el haberlo pasado "hace que te conviertas en un detector público de posibles casos, incluso de gente de la que nunca te lo hubieras imaginado".

Una vez que comenzó la recuperación, Martín confiesa que fue algo que tuvo que hacer "por narices" y que decidió que "todo aquello que me supusiera la más mínima emoción me lo quedaría, y que la persona que llevaba construyendo durante 40 años se quedaba atrás".

Sobre el futuro de la depresión que padece Lugilde nos habla de que "a pesar de que la versión médica es que no se cura, yo prefiero quedarme con la visión de los psicólogos, que afirman que con una buena gestión se puede superar".