En 2004, 5.541 adopciones internacionales, el máximo histórico. España se convirtió en el primer país de la UE y el segundo del mundo en adopciones de niños nacidos en el extranjero. 20 años de ese boom de la adopción hablamos en 'Julia en la onda' con algunos niños adoptados que ahora se han convertido en adultos: Beatriz Beneitez, Vandita García y Flavia Guardiola.
Guardiola, presidenta de la asociación La voz de los adoptados, explica las diferencias que había entre la adopción en España y en Argentina, de donde es ella. Asegura que allí se podía elegir el sexo del bebé, mientras que aquí no estaba permitido.
"Lamentablemente hay todavía mucha gente que piensa que la adopción es un método de reproducción asistida y un acto de solidaridad. Niños a la carta y me voy a donde haga falta a conseguir un niño", censuran.
Según comenta Vandita el motivo de la adopción se tiene que hacer pensando en que "es una medida de protección de la infancia y a partir de ahí va todo lo demás". "No somos actos de solidaridad", aclara.
Además, asegura que cuando se activa una medida de protección hay que entender por qué, qué es lo que ha pasado y las consecuencias que eso tiene. "Cuando las cosas se hacen por amor y pensando que el amor todo lo cura, pues luego vienen nuevos abandonos y vienen adopciones donde de nuevo los menores son los que sufren", declara.
Somo sujetos de derecho, no objetos a la carta
"El amor no lo cura todo y sin amor no se hace nada. Somo sujetos de derecho, no objetos a la carta", sostienen.
Por otro lado, apuntan que los niños adoptados tienen dos heridas. La primera de ellas por el hecho del abandono y la segunda por el acogimiento, cuando se ve interrumpido.
¿Qué preguntas se hacen los niños adoptados?
"Por qué me abandonaron, qué tengo de malo o he sido malo" son algunas de las primeras preguntas que se hacen los niños adoptados, que tienen a culpabilizarse a sí mismos de la situación. Asimismo, advierten de daño que hacen las clases de biología a estos niños, cuando los profesores piden que vayan a casa y se comparen con sus padres para ver a quién se parecen.
Y en cuanto a los niños que evitan el tema, afirman que es necesario hacerles saber que pueden hablar de cualquier cosa. "Que no pregunte un niño no significa que no quiera saber", señalan.
Por su parte, también hablan de lo complicada que es la adolescencia de estos jóvenes, que si ya es una época difícil para cualquier niño, para alguien adoptado aún más. "Soy muy consciente de la adolescencia que les hice pasar a mis padres, es como una tormenta en un barco de vela, hay que sujetarse bien", dice Bea.