Carmen Martín Gaite fue una escritora española, considerada una de las figuras más importantes de las letras hispánicas del siglo XX. A pesar de su éxito, su vida está marcada por una tragedia: la muerte de su hija Marta.
En 1953, la escritora se casó con Rafael Sánchez Ferlosio y meses después nació su primer hijo, Miguel, que falleció de meningitis apenas meses después. Dos años después llegó Marta, el gran amor de Carmen.
"En los textos que escribió Carmen, ella no habla abiertamente de Marta pero si está presente de un modo u otro. Ambas tenían una relación muy bonita e importante para la escritora, quien decía que con Marta había encontrado una interlocutora que entendía muy bien su relación con las letras", ha contado Noelia Adánez.
Fue en 1970 cuando Carmen Martín Gaite se separó de Sánchez Ferlosio y se quedó en el piso familiar con su hija: "En esa casa hacían una vida de madre e hija con una complicidad muy grande", ha recalcado Adánez.
Según Adánez, Marta es criada en un ambiente muy liberal y se le toleran ciertas conductas de la joven que derivan en un fatídico final: "Marta murió en 1985 a la edad de 29 años víctima del sida, enfermedad que contrajo al inyectarse heroína con agujas infectadas de este virus".
La vida de la escritora tras la trágica pérdida
Cuando Marta fallece como consecuencia de las drogas, Carmen se encierra en su piso durante algún tiempo, hasta que toma la decisión de salir: "Retoma su vida de la mano de la literatura, pero no de la pulsión de escribir, sino por la necesidad de inventarse una Carmen nueva", ha recalcado Adánez.
De repente, apareció una mujer de pelo blanco, con la boina, abalorios y con una estética muy particular, combatiendo el escape a la melancolía con la exposición al público.
La educación de Marta Sánchez
Marta es un proyecto para Carmen y Rafael. Se convierte en una mujer vinculada al mundo de las letras y las artes, con una educación heterodoxa, muy abierta a todo… "De hecho no iba al colegio sino que estudiaba en casa", ha añadido Noelia. La escritora trata de replicar el modelo de educación poco convencional que ella recibió.
"Carmen debió sentir frustración, fracaso y culpa por no saber gestionar la libertad de Marta", ha concluido Adánez.
