Las olas de calor serán la nota dominante en los próximos veranos, ya se han superado en más del doble comparadas con las que hubo en el siglo pasado. Se estudia la relación entre clima y salud, a lo que se denomina bioclimatología, que es la rama que estudia esa relación de los humanos con el entorno atmosférico.
Hay que tratar de mantener nuestra temperatura interna a unos 30 grados, si esta llegase a los -20 o 45 grados nos encontraríamos ante una situación extrema, advierte el profesor.
La sangre humana es caliente, "tenemos una gran capacidad de sudar ya que es nuestro mecanismo de termorregulación". El sudor es agua en un 98% y también está compuesto por sales minerales. Lo que hace ese sudor (agua), es evaporarse y nos refresca, lo que nos permite aguantar temperaturas extremas. Aquellas personas que no sudan, pueden llegar a tener problemas en ocasiones límite. Se ha demostrado que el hombre suda más que la mujer en las mismas condiciones.
Los peores climas, dice, son los cálidos y muy húmedos en los que se puede perder más de 1 litro sudando, que se traduce en la pérdida de 1 kilo de peso, lo que hay que reponer bebiendo mucho. A las personas mayores hay que obligarlas a beber, ya que el ser humano tiene un mecanismo de alerta de la sed que se activa para no deshidratarnos, pero estas personas lo pueden tener deteriorado. Las personas que llegan a alcanzar hasta los 40 o 41 grados internos pueden sufrir daños irreparables, como entrar en coma o dañar el riñón, por lo que hay que tratar de rebajar la fiebre.
Martin Vide explica que con una temperatura de 30 grados y 70% de humedad sensación interna de 41 grados.
También se habla de la relación del alcohol con el clima, cuenta que la gente que duerme en la calle y ha consumido alcohol puede morir inconscientemente, ya que el alcohol es un vaso dilatador que hace que se pierda mucho calor desde la superficie de la piel, lo que provoca una "tiritera" por vasodilatación.
Javier cuenta que hay personas muy sensibles a los cambios meteorológicos, que se llaman meteorotrópicas o meteorosensibles y cuando aumenta el frío, aumentan directamente las cefaleas, incluso se ha demostrado que se incrementan los suicidios, se agravan las dolencias y crecen los estados depresivos.