Según el análisis de Raquel Martos, "Rivera estaba tan feliz que parecía que salió de una piscina de bolas". Además, opina que "a Rivera le faltó sacar un conejo". "Casado acabó cansado, parecía salido del dentista" y "cada vez que decía 'queridos españoles', a mí me sonaba al 'hola corazones' de Igartiburu". E "Iglesias salió con frío, destemplado… le faltaba un cucurucho de castañas en la mano"…
Y el presidente del Gobierno salió con barbas. "Ah, no. Que no era Sánchez, era Ábalos. Y si no le cortan, no para de hablar", asegura Martos.