Vamos a aprovechar un hilo de tuiter, el de un padre que cuenta su experiencia con críos en el museo. Ismael Alonso es documentalista, sabe de arte y un día de lluvia decidieron llevar a su hijo y a una amiga, de cuatro años, al museo.
Pensaron que aguantaría diez minutos, pero aún así probaron suerte.
Les dieron a los niños un folleto con cien obras imprescindibles para que eligieran una:
- La niña se quedó con “La inmaculada Concepción” de Tiépolo.
- El nño con “El paso de la laguna estigia” de Patinir.
Para ir de una a otra había que atravesar el Prado y ahí llegó la sorpresa. Querían enseñarles Las Meninas y otros grandes clásicos, pero los críos alucinaron con el arte religioso, tan abundante en el Prado, que en muchos casos es muy violento, truculento y muy gráfico.
"Habían muchas crucifixiones, muchos martirios y mucha gente sufriendo, esto llamó la atención de los niños", nos cuenta Ismael. "Empezaron a preguntar, ¿qué hace señor ahí? ¿por qué está en una cruz? ¿por qué le castigan? ¿esta muerto?", destaca el padre.
Ellos respondieron con la mayor naturalidad, al principio estaban tensos y asustados pero se les pasó. Seguían interesados por la muerte, así que les llevaron a ver “El triunfo de la muerte” de Bruegel.
"Esta obra está llena de detalles, se pusieron con los ojos como platos a analizarlo todo".