Los expertos del Grupo de Protección al Menor de la Policía Nacional, la inspectora Cecilia Carrión y el oficial David Reguero, que han visitado este territorio varias veces, han llamado a esta investigación operación Koda. 45 menores de edad identificados en toda España por enviar por redes sociales vídeos terribles de otros niños, alguno casi un bebé, sufriendo abusos. ¿Cómo empieza esta investigación de la policía?
Es una investigación larga y compleja. Hace un año y medio, el Centro Nacional de Menores Desaparecidos y Explotados de Estados Unidos recibe una alerta de Instagram. Han descubierto que en su plataforma circulan, y circulan mucho, tres vídeos durísimos. En Estados Unidos, las multinacionales como Instagram, Facebook, Twitter y otras están obligadas por ley a comunicar si detectan esos contenidos de pornografía infantil y abusos sexuales. Esa ong norteamericana analiza los vídeos y ven si son delictivos, si hay menores en riesgo. Y también ven desde dónde se están enviando esos terribles vídeos. En este caso, muchas de las personas que los están enviando a través de internet lo hacían desde ordenadores con la IP, la dirección informática, en España.
Y ese aviso se traslada entonces a la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional española. Los que están enviando esos vídeos, los pedófilos, están aquí. Y los agentes del Grupo de Protección al Menor empiezan la operación Koda. Analizan primero los tres vídeos que les han enviado. Antes hablabas de las dimensiones del problema de la pornografía con menores de edad, abusos, violaciones, chantajes... Es una industria enorme, gigantesca, mundial. La policía española recibe unas 2.000 denuncias de ese tipo de material cada mes, son casi setenta denuncias al día, y tienen que filtrarlas.
Vídeos inéditos y salvajes
En este caso, los agentes comprobaron los tres vídeos al detalle. Lo primero que comprueban es que son nuevos para ellos, no los habían visto nunca, y eso que tienen una gran base de datos de esos vídeos de abusos a niños que circulan por redes sociales, muchos de los cuales aparecen y desaparecen.
Los tres vídeos son inéditos para ellos y son salvajes. Solo para hacernos una idea de la gravedad del contenido. En uno se ve a dos niños, luego se sabría que tienen diez años, a los que alguien obliga a hacerse una felación entre ellos delante de una webcam. En otro se ve a una niña de dos años corriendo y jugando en una habitación. Un adulto llega y le obliga a hacerle una felación. Y en el tercero, un baby sitter, un canguro de unos veinte años, viola y graba al bebé al que estaba cuidando.
Y los policías comprueban que esos tres vídeos, ninguno hecho en España, se están haciendo virales, están corriendo como la pólvora en una red social como Instagram, y que durante un mes, dos meses, usuarios conectados desde España los están enviando a otros. Y ven que esas cuentas de Instagram, hasta 45 cuentas de 45 ordenadores, están abiertas a nombres de menores de edad, algunos de 12 años, la mayoría de 15-16 años. Eran menores de edad españoles los que estaban difundiendo por Instagram violaciones de otros menores...
Había seis adultos, veinteañeros, que fueron detenidos. Son un perfil diferente, gente que además de esos vídeos en Instagram, compartían abundante material pedófilo por dropbox. Y luego había, junto a ellos, menores de edad. Menores y muy menores. Los policías identificaron a 45 chavales, 44 chicos y una chica, de toda España. Detuvieron a 36 de ellos, siete son menores de 14 años, no se les puede acusar de nada. Ocho de los investigados viven en Barcelona, siete son de Madrid, tres en Vizcaya, Sevilla, Asturias, Valencia, dos en Murcia, Alicante, Tenerife y uno en Alava, Guipúzcoa, Córdoba, Cádiz, Málaga, Gran Canaria y Zaragoza...
Comparten los vídeos porque lo consideran "divertido"
Como casi siempre en estos temas los acusados son varones, el caso de la única chica se comprobó que alguien le pidió que pidiera el vídeo a otro chico y ella hizo digamos de mensajera para enviarlo a un tercero. Los investigadores les preguntaban a los adolescentes. Muchos de ellos decían que no se acordaban de los vídeos. Así que había que ponérselos de nuevo, delante de sus padres, que los veían horrorizados. Son vídeos explícitos, desagradables, asquerosos de ver, que no dejan ningún lugar a la interpretación.
¿Qué explicación le daban esos chavales a sus padres? ¿De dónde habían sacado esos vídeos, por qué los habían compartido?
El caso es que luego decidieron difundirlos y compartirlos por instagram, y esta es la primera vez que se ve en España, porque pensaron que era algo “divertido”, así lo han contado algunos de ellos, a los que los padres abroncaron delante de los policías. No eran conscientes de estar haciendo algo malo. Algunos se sorprendieron un poco cuando instagram les cerró la cuenta, pero abrieron otra al momento, y punto. Los adultos serán llevados a juicio y los menores (los de más de 14 años) pasarán a disposición de la Fiscalía de Menores. La inspectora Esther Arén, lo advirtió en Julia en la Onda: darle un Smartphone a un niño y dejarlo con él es como darle las llaves y el volante de un coche que va a doscientos kilómetros por hora.