El concejal en Llanes, Javier Ardines, fue asesinado el 16 de agosto de 2018. Esta semana arranca el juicio en la Audiencia de Asturias contra cuatro personas acusadas de encargar el crimen y cometerlo.
El propio hijo del concejal asesinado apuntó a los investigadores de la Guardia Civil que podía tratarse de un crimen "político".
Ardines era integrante de Izquierda Unida y formaba parte como Concejal de Turismo y Playas, del nuevo equipo de gobierno, una insólita alianza entre partidos de derechas, como el de Álvarez Cascos, grupos vecinales y de izquierdas como el de Ardines, que se habían unido para acabar con los gobiernos del PSOE, quien gobernaba Llanes hacía casi veinte años hasta que Ardines y sus compañeros de gobierno llegaron prometiendo poner límites a los excesos del Urbanismo y anunciaron, por ejemplo, que iban a convocar oposiciones, después de años sin hacerse, para ocupar puestos de trabajo municipales.
La Guardia Civil interroga a trabajadores del ayuntamiento que podían perder su trabajo si Ardines y los suyos convocaban oposiciones, y va descubriendo que hubo pintadas contra el concejal de Playas, también insultos y amenazas en redes sociales y en persona.
Los investigadores escriben que "verse en la calle, llegado un punto de desesperación, podría haber sido el desencadenante de una sinrazón suficiente para planear atentar contra la vida de Francisco Javier Ardines".
Entre esos empleados investigados estuvieron trabajadores de limpieza, el conserje del polideportivo, el encargado de Prensa del ayuntamiento, el de la Casa de Cultura, la coordinadora del Centro Cívico de Posada de Llanes, y el coordinador de Deportes. En total, hay una lista con 16 funcionarios amenazados de perder sus trabajos. Casi todos han recurrido legalmente y todos son inocentes del crimen de Ardines.
Ser concejal de Playas en Llanes
Las Playas en Llanes son el patrimonio del Concejo. Comenzó a haber saturación y masificación en ellas, por lo que Ardines prohibió aparcar cerca de los bufones de Pría, en la playa de Guadamía. El dueño del único bar que hay sobre la ría se enfadó y llegó a decir que iba a matar al concejal. También fue investigado.
En otra playa más cerca de Llanes, la de Barro, el nuevo equipo de gobierno, ordenó tirar un hotel que estaba literalmente en la playa. Se hablaba de que hasta el lugar habían llegado sicarios mejicanos para ajustar cuentas por todo el dinero que algunos habían perdido con esa decisión del ayuntamiento. Elambiente era tenso, cargado, incluso la tía de un policía municipal que podía perder su trabajo por las decisiones de Ardines y su gobierno le insultaba abiertamente por las calles de Llanes.
Otra línea de investigación
La propia esposa del concejal, su viuda, y su hija, Alba, van a aportar una nueva línea de investigación. Ardines estaba casado, tenía dos hijos. Su mujer, Nuria, es profesora de instituto y tiene una prima hermana, Katia, que vive en el País Vasco, quien está casada con Pedro Nieva, y también tienen dos hijos.
Los dos matrimonios eran casi inseparables en vacaciones, puentes y festivos. Katia y su marido se compraron una casa en la urbanización de Belmonte de Pría, cerca de Llanes, al lado de la de Nuria y Javier Ardines. Allí, entre la montaña y la playa, pero muy cerca de la autovía que une Asturias con el País Vasco, viven unas 20 familias y es donde mataron a Ardines, cuando salía de su casa.
Las relaciones de esas dos familias, saltaron por los aires apenas diez días antes de que el concejal Ardines hubiera sido asesinado. Y es que, el concejal y la prima de su mujer, Katia, eran amantes.
Fue en el puente de la Constitución de 2017, en diciembre, cuando estaban comiendo Javier, Katia y Pedro. Nieva, que tenía sospechas del romance de su mujer con el concejal, tenía un plan. Iría al baño, dejaría solos a los otros dos y dejaría encendida la grabadora de su teléfono móvil. En dicha trampa se oye a Katia y a Ardines hablar de cómo han intentado verse a solas, que el marido de ella quería acompañarla a Llanes y como ella le engañaba.
Las investigaciones descubrieron que Nieva estuvo meses, entre diciembre y agosto, torturándose con la grabación, pero solo se lo dijo a su mujer, que lo negó. La realidad era que Katia y Ardines llevaban casi treinta años de relaciones.
Nieva estuvo atormentado, entraba en páginas espía, llegó a colocar una baliza de seguimiento al coche de su mujer, entró en paginas que ofrecían pruebas de paternidad porque llegó a temer que su segundo hijo, del que dicen que no se parece al padre, sea hijo de Ardines… Fue entonces cuando le propuso a un amigo suyo, Jesús Muguruza, darle una paliza al concejal. Muguruza rechazó la oferta, pero le dijo que conocía a alguien que podía hacerlo. Ese alguien es un argelino al que este hombre conoce de coincidir con él pescando en Ondarroa.
Djilali Benatia, un tipo con algunos problemas con la ley, que ha estado acusado de robar pisos y coches en Cantabria y el País Vasco. Aceptó la oferta de Muguruza y le pidió ayuda a un viejo compinche en algunos robos, Maamar Kelli. Ambos cobrarían unos 25 mil euros en diferentes pagos.
La muerte de Ardines
Benatia, Muguruza y Nieva hicieron un primer viaje a Llanes para conocer el lugar del crimen, una urbanización escondida y solitaria. El 16 de agosto, Benatia y su amigo volvieron a Llanes y mataron a Ardines.
Así lo contó Benatia a la Guardia Civil. Fueron en chándal y armados con el mango de un pico, un bate de beisbol y dos sprays de gas pimienta. La cámara del peaje de la autopista los capta a su regreso a Bilbao, con la ventanilla del copiloto bajada. Benatia explicó que se les había disparado un spray de gas pimienta y habían tenido que abrir la ventanilla para poder respirar y seguir viaje.
Un juicio complejo
Los abogados de la defensa han conseguido que el Tribunal Superior de Justicia de Asturias anule la confesión del intermediario, Jesús Muguruza, por una cuestión legal de forma.
También se pidió anular la confesión de uno de los sicarios, Djilali Benatia. Los cuatro acusados se declaran inocentes y los cuatro están en prisión a la espera del juicio y la sentencia.
Mientras, Pedro Nieva y su mujer, Katia, siguen juntos. Ella primero pensó que él había matado a su amante, el concejal Ardines, pero nos cuentan que luego cambió de opinión y ha seguido visitando a su marido en prisión.