La infanta Cristina dice que confiaba en su marido y en las personas que le asesoraban, entre ellas varios componentes de la Casa del Rey. Carlos García Revenga, secretario de las infantas, que llegó a estar imputado en este proceso, ya que era el tesorero del Instituto Nóos; Federico Rubio Carvajal, el funcionario de Hacienda que se encargaba de hacer las declaraciones de la renta a toda la familia real, y José Manuel Romero,conde de Fontao, el asesor jurídico del Rey Juan Carlos, han sido los nombres que más se han repetido en estas primeras sesiones.
La infanta dijo que eran ellos quienes asesoraban a su marido, Iñaqui Urdangarin, en todo lo referente a Nóos, tal y como también hizo el propio ex duque de Palma. Pero no solo él. Diego Torres, el socio de Urdangarin, también habló de la cobertura real. El razonamiento de todos ellos es sencillo: si ninguna de esas personas les dijeron nunca que algo estaba mal hecho es porque todo estaba bien hecho.
Habló de esa misma cobertura, de que todo estaba supervisado por la Casa del Rey, pero también exculpó a la infanta Cristina. La infanta –recordemos– solo aceptó contestar a las preguntas de su abogado, que en esta sesión estuvo acompañado por Miguel Roca. Y en los 24 minutos que duró su declaración repitió una y otra vez que ella estaba completamente al margen de la gestión de Aizoon, la sociedad de la que era partícipe en un 50 por ciento junto a su esposo. Nada sabía de facturas cargadas como gastos de empresa –los libros de Harry Potter, 1.300 euros en vino, una vajilla, cursos de salsa, coaching, un safari en África…–, ni de declaraciones de la renta, ni de empleados fantasma, ni de autoalquileres…
En su larguísimo testimonio –casi 24 horas–, Diego Torres exculpó en varias ocasiones a la hermana del Rey Felipe VI, como parte de lo que parece un plan para que los dos principales acusados, Torres y Urdangarin, no se hagan daño. Ni entre ellos ni a sus mujeres. El ex jugador de balonmano también se encargó de decir que Ana Tejeiro, que se sienta en el banquillo y para la que el fiscal pide dos años de cárcel, no tenía responsabilidad en ninguna de las empresas que formaban el conglomerado de Nóos y que para el fiscal y las acusaciones no eran más que sociedades pantalla para desviar los más de seis millones de euros que las administraciones de Baleares, Valencia y Madrid pagaron al Instituto Nóos, que no olvidemos era una entidad sin ánimo de lucro.
Pero ese pacto de no agresión que incluye a las esposas, ¿servirá para salvar a los dos principales acusados, Torres y Urdangarin? El fiscal pide para Torres 16 años de prisión y tres más para Urdangarin por un montón de delitos relacionados con la corrupción: prevaricación, malversación, fraude, tráfico de influencias, delitos fiscales, falsedad, estafa, falsificación y blanqueo de capitales. La estrategia de defensa ha ido en paralelo, aunque sus maneras han sido bien distintas. Torres hizo todo lo posible por demostrar que no engañaron a nadie, que sus proyectos eran sensacionales, que se ajustaban a un precio de mercado, que en los eventos celebrados en Baleares y en Valencia estuvieron los mejores expertos del mundo y que incluso en alguno de ellos perdieron dinero. Urdangarin optó por la vía rápida de no recordar o de decir que él no estaba en Nóos para determinadas cosas.
Él se encargaba de los “temas deportivos”, tal y como repitió una y otras vez. De la gestión económica, contable, financiera, dijo que él no se ocupaba. Urdangarin también negó rotundamente actuar como comisionista, conseguidor o intermediario, tal y como apuntó en su declaración el ex presidente de Baleares Jaume Matas. Reconoció en su testimonio que en al año 2006, a raíz de las primeras informaciones que hablaban del Instituto Nóos y de algunas preguntas parlamentarias, fue el conde de Fontao quien le sugirió que tenía que abandonar esa entidad, tal y como hizo.
El problema es que, según las acusaciones, Iñaqui Urdangarin siguió sableando a las administraciones con otra nueva supuesta entidad sin ánimo de lucro, la Fundación Deporte, Cultura e Integración Social. Según el ex duque de Palma y Torres, esta fundación fue puesta en marcha bajo las instrucciones de José Manuel Romero, el asesor jurídico del Rey Juan Carlos.
Pero lo cierto es que ninguna de esas personas de la Casa del Rey se sientan en el banquillo. Los interrogatorios de Virginia López Negrete, la abogada de Manos Limpias, han ido siempre dirigidos a extender la sospecha entre los componentes de la Casa del Rey y a apuntar directamente al monarca emérito, pero el fuego solo ha llegado hasta esas tres personas. La exhibición en la sala de audiencias de un correo entre Urdangarin y el Rey Juan Carlos en el que su yerno le pedía ayuda para unos eventos deportivos provocó incluso la suspensión de la vista durante unos minutos, cuando el tribunal se dio cuenta de que era un documento que no había sido admitido por la sala.
Urdangarin dijo que el monarca no había intermediado ni intercedido nunca para favorecer sus negocios o los de la infanta Cristina. Eso sí, Diego Torres, en su larga declaración, también tuvo tiempo para citar, sin que nadie le preguntara, a uno de los nombres que han servido para socavar la imagen de la Casa Real.
Torres suelta esta perla sin venir a cuento, como si tal cosa. Imaginamos que el Rey emérito no debe estar muy contento. No debe estarlo porque, al fin y al cabo, tanto su hija, como su yerno y Diego Torres han insistido en que las personas de confianza de don Juan Carlos estaban al tanto, supervisaban e incluso los orientaban en los movimientos que se hacían en Nóos. Ha sido una de las estrategias comunes a todos ellos. Esa y señalar como responsable de casi todos los delitos a una persona que empezó el juicio como procesado y el próximo miércoles declarará, pero en calidad de testigo. Se trata de Miguel Tejeiro, secretario de la junta directiva del Instituto Nóos.
En este juicio no hay un muerto a quien echar la culpa, así que se le echa al ausente del banquillo. ¿Quién es este Miguel Tejeiro y por qué pudo dejar el banquillo de los acusados en la primera sesión del juicio? Miguel Tejeiro es hermano de Ana Tejeiro, es decir, cuñado de Diego Torres. Llegó al juicio acusado solamente por Manos Limpias que pedía para él once años de prisión por varios delitos. Sorprendentemente, en la primera sesión, Virginia López Negrete anunció que levantaba las acusaciones contra él. Al ser la única parte que le acusaba, la presidenta del tribunal le dijo que quedaba absuelto. Eso sí, tendrá que declarar como testigo y, por tanto, tendrá que decir la verdad, a diferencia de los acusados, que pueden no declarar o mentir.
Nadie sabe muy bien cuál es el contenido del pacto de Manos Limpias con él. Pero después de oír a Urdangarin y a Torres su testimonio se han convertido en el más esperado. Los dos responsables del Institito Nóos dijeron que Miguel Tejeiro era el encargado de todo lo que tenía que ver con la administración, las cuentas, la fiscalidad e incluso el diseño de la estructura empresarial internacional que se habría usado para blanquear dinero, según el fiscal, fue obra de Tejeiro.
Lógicamente, si Manos Limpias le ha levantado la imputación, es de esperar que este Tejeiro declare a favor de los intereses de Manos Limpias y, por tanto, contra la Infanta. No es, desde luego, el primer pacto que hay entre los procesados de este juicio. Habla otro de los que han pactado: Marco Tejeiro, hermano de Miguel.
Marco Tejeiro está hablando de los empleados ficticios de Aizoon, la empresa de Urdangarin y la infanta, que servían para obtener ciertas ventajas fiscales a cambio de mantener un número de trabajadores que en realidad no eran tales. El ex duque de Palma reconoció en su testimonio la existencia de esos trabajadores fantasma, aunque dijo que se había dado cuenta de ello con el tiempo, no en ese momento, algo muy difícil de creer.
Marco, el contable de Nóos, que era boticario hasta que su cuñado le puso al frente de las cuentas de su instituto, se ha convertido en el mejor testigo de cargo del fiscal Pedro Horrach, que ha pedido para él dos años de prisión a cambio de su colaboración. El contable detalló en su declaración todas las irregularidades que se cometían en Nóos: empleados ficticios, facturas duplicadas y cruzadas, facturas por trabajos inexistentes, sueldos de empleados fantasma que acababan en sobres en los bolsillos de Torres y Urdangarin. Si Elliot Ness empleó al contable de Al Capone para acabar con el mafioso de Chicago, Horrach ha tenido en Tejeiro al mejor aliado para poner al descubierto todas las trampas que hacían los responsables de Nóos.
Junto a Torres y Urdangarin se sientan en el banquillo aquellos que facilitaron el saqueo, los responsables políticos que hicieron posible que Nóos se llevase más de seis millones de las administraciones públicas, entre ellos el ex presidente balear y ex ministro Jaume Matas. Su director general de deportes, Pepote Ballester, describió perfectamente el modelo de contratación cuando Urdangarin estaba por medio:
Pepote Ballester, medallista olímpico en vela, fue el primer arrepentido del caso Nóos. Su testimonio tiene especial valor porque era amigo íntimo de la infanta y de su marido. Matas también se presentó en el juicio como un arrepentido, confesando sus delitos e incluso ofreciendo reparar económicamente el daño causado a las arcas públicas entregando sus bienes. Como él, varios altos cargos de Baleares y de Valencia, que reconocieron haberse saltado todas las normas de contratación cuando Urdangarin estaba por medio. Tal y como dijo Mercedes Coghen, la consejera delegada de Madrid 2016 y también ex medallista olímpica, el marido de la infanta Cristina era alguien único.
Sorprende, por cierto, que Jaume Matas esté en el banquillo, pero no estén los que hicieron lo mismo que él en Madrid y Valencia, es decir, contratar al Instituto Nóos saltándose todas las normas de la contratación pública… pero eso da para otro Territorio Negro…