El asesinato de Pedro Rodríguez, conocido como el crimen de la Guardia Urbana, ocurrió en 2017, pero debido a lo atractivo del macabro asesinato, del caso ya se han escrito varios libros y se han estrenado dos series en diferentes plataformas.
Vivimos una moda, una especie de fiebre por el true crime, los crímenes reales, adaptados a documentales o convertidos en series. El asesinato del policía barcelonés, Pedro Rodríguez, es un crimen muy mediático, pero Manu Marlasca y Luis Rendueles nos traen la historia real de ese crimen y también la polémica porque la asesina, la también guardia urbana Rosa Peral, ha intentado frenar el estreno.
Empezamos por el final si os parece. Rosa Peral, condenada a 25 años de cárcel por matar al que fuera su pareja, Pedro Rodríguez, ambos eran policías municipales, guardias urbanos de Barcelona, ha intentado frenar sin éxito la emisión de la serie que recoge su historia y el asesinato de su pareja. ¿Por qué? y ¿por qué no lo ha conseguido?
Rosa Peral, que como su amante, Albert López, está en prisión, cumpliendo la condena por matar a su ex pareja, presentó una solicitud al juez para que frenara el estreno de la serie sobre el asesinato. Alegaba que no había visto la serie y que quería hacerlo antes del estreno porque quizás iba a poner una demanda por intromisión en su honor y su intimidad.
La jueza del número 54 de Barcelona rechazó su pretensión, pero sin entrar en el fondo del asunto. Simplemente por un tema de forma. Rosa Peral, la asesina, no vivía en Barcelona antes de entrar en prisión, de forma que su demanda o petición de paralizar el estreno debió haberla hecho en la localidad de su último domicilio, Vilanova i la Geltrú.
La abogada de Rosa Peral, Nuria González, ha explicado que también se hizo esa petición en un juzgado de allí, pero también fue rechazada, esta vez porque no pagó una fianza previa. La abogada dice que su clienta está en números rojos, recordemos que la sentencia la condenó, además de a 25 años de cárcel, a pagar 400.000 euros a la familia de su víctima. Su abogada dice que Rosa Peral solo cobra 120 euros al mes por su trabajo en la consigna de la cárcel. Ella se queja de que en la serie, como se ve en el trailer, salen sus hijas pequeñas.
La serie finalmente se ha estrenado y también un documental, llamado 'Las cintas de Rosa Peral' para el que, curiosamente, ha sido imprescindible la colaboración de esta mujer, condenada por asesinato
Es cierto que este caso ha generado, que sepamos, dos libros y dos series ya de diferentes plataformas. No sabemos las cuentas pendientes entre Rosa Peral y la productora, ni los acuerdos que tuvieran o dejen de tener en un futuro. En otras ocasiones, los asesinos se muestran encantados de que se cuente su historia, su versión. A veces incluso registran su historia en la oficina de patentes para tener los derechos sobre cualquier libro o película que se haga sobre ellos. Luego, en ocasiones, digamos que no están conformes con el resultado y vienen los problemas.
No debe ser fácil negociar con asesinos los derechos de una serie o de un documental.
Es un tema muy delicado y resbaladizo. El primer riesgo, que le ocurrió hasta a Truman Capote, es quedar fascinados con ellos, que te seduzcan, que te lleven a su terreno. Algunos son muy inteligentes, Rosa Peral es un caso claro. Su capacidad de seducción, especialmente con los hombres, era evidente antes de cometer el crimen. Y, según nos cuentan, lo ha seguido siendo desde que está en prisión, donde ha sabido digamos atraer a más personas.
No hemos visto la serie sobre el asesinato de Pedro Rodríguez, pero al convertirlo en serie de ficción hay dos riesgos. El primero, que el asunto se centre en los asesinos y no en la víctima algo que, me temo, va a ocurrir. Y segundo, el embellecimiento del crimen, de los criminales. Es un clásico del cine. Los asesinos no suelen ser tan atractivos como Juliette Lewis en “Asesinos natos” ni carismáticos como Anthony Hopkins en “El silencio de los corderos”. En una película española sobre una trabajadora de prisiones que se enamoraba de Juan José Garfia, un preso peligroso, el papel lo interpretaba Emma Suárez, que no tenía mucho que ver físicamente con la trabajadora, la verdad. Esta vez, el papel del asesino, Albert, lo hace un actor muy guapo, Quim Gutiérrez, y el de la asesina Rosa Peral lo hace Úrsula Corberó. Ahí lo dejamos.
Bien, la serie y el documental están ahí para quien quiera verlos. Vamos a los hechos, a la realidad. El crimen de la Guardia Urbana. Ocurrió en 2017 en la provincia de Barcelona.
La cronología del crimen
El 4 de mayo de aquel año, de 2017, un coche, un Volkswagen Golf GTI, arde junto al pantano o el embalse de Foix, en la provincia de Barcelona. Dentro del maletero de ese coche hay un cuerpo devorado por las llamas. Sin embargo, el fuego provocado y acelerado con gasolina no logró destruir una prótesis que la víctima llevaba en la espalda. Eso sirvió para identificar el cuerpo de Pedro Rodríguez, un agente de la Guardia Urbana de Barcelona.
Como hemos aprendido aquí, lo primero en lo que se fijan los investigadores, en este caso los Mossos d’Esquadra, es en el entorno de la víctima, la gente más cercana en su vida.
Eso es. Pedro Rodríguez, la víctima, tenía una pareja, también policía en la Guardia Urbana de Barcelona, Rosa Peral. Ambos vivían juntos y con las dos hijas que Rosa había tenido con su anterior pareja, Rubén, un mosso d’esquadra. Pedro tenía un hijo de un matrimonio anterior. Ella explicó a los mossos que no había denunciado la desaparición porque habían discutido y pensó que cuando se le pasara volvería a casa.
La investigación conduce pronto a la digamos tormentosa relación entre la víctima, Pedro, y su pareja, Rosa. Y aparece una tercera figura, Albert, también guardia urbano.
Rosa y Albert habían trabajado juntos, de patrulleros, tiempo atrás. Habían tenido una relación íntima ya en 2013. Entonces Rosa estaba aun casada con Rubén, el mosso. Este descubrió la infidelidad y decidió separarse en el año 2016. Por aquellas fechas, Rosa inició su relación con Pedro, compañero también de trabajo. Y mantuvo la que tenía, de forma intermitente, con Albert.
Así lo contaba ella en el juicio, cuando defendió que el crimen lo cometió su amante, Albert, por celos hacia su pareja, Pedro.
En otros territorios negros que pueden consultar los oyentes nos explicasteis esas pruebas y cómo fue el juicio contra Rosa y Albert. El tribunal no se creyó esa versión. No creyó que Rosa tuviera miedo de su amante y que fuera inocente del crimen de su pareja.
No. Hubo muchos datos en contra de eso. Entre otros, el lugar del crimen, que fue la propia casa donde Rosa y Pedro vivían. Allí había restos de sangre de la víctima. Las llamadas y mensajes entre los dos, los posicionamientos de sus teléfonos junto al pantano donde dejaron el coche con el cadáver. En el juicio ambos acabaron culpándose mutuamente… Todo indica que la situación, ese digamos triángulo amoroso y sexual, se le había descontrolado a Rosa poco antes del asesinato. El 8 de abril de 2017, tres semanas antes de que mataran a Pedro, Albert entró en una cafetería de Barcelona y le entregó a Rosa una cajita que llevaba dentro un solitario delante de una compañera. Le dijo, "para que te lo pienses".
Esa compañera declaró en el juicio que Rosa se puso en la mano el anillo. En la otra mano, por cierto, la mujer llevaba esos días ya otro anillo que le había regalado su pareja digamos oficial, Pedro. A finales de ese mes, Rosa le dijo a su amiga que había decidido quedarse con Pedro y rechazar a Albert porque "viste mejor y folla mejor". No fue cierto, según los testimonios y las fotografías que se vieron después.
La relación entre los dos amantes continúa siendo muy intensa después del asesinato de Pedro.
Se llamaban hasta treinta veces al día, hasta que se dieron cuenta de que la investigación policial apuntaba contra ellos y entonces cortaron la comunicación. Hasta ese momento, los mensajes eran cariñosos, de agradecimiento incluso, y también eran frecuentes las invitaciones de Rosa a Albert para que se pasara por su casa.
Hay una imagen muy simbólica de esa relación, una fotografía en la que se ve a los dos condenados, Rosa y Albert, en una comida con compañeros.
Esa comida, con motivo de la jubilación de un compañero, y esa fotografía, se hacen mientras el cuerpo de Pedro está ardiendo en el maletero del coche donde lo han abandonado, junto al pantano. Rosa saca la lengua a la cámara del móvil y Albert, que después de la comida se rapa el pelo y la barba, parece tranquilo.
Los dos fueron detenidos poco después. Los teléfonos móviles los situaban junto al pantano donde fue hallado el cuerpo de la víctima, entre otras cosas. Fueron condenados a 25 y 20 años de cárcel respectivamente.
Rosa recibió una condena más dura por el agravante de parentesco con la víctima, porque era su pareja. Hay varios datos de su vida antes y después del crimen que la dibujan como una persona muy interesante desde el punto de vista criminal o criminológico. En su trabajo montó una falsa historia en la que se hizo pasar como víctima, para culpar a un subinspector con el que había tenido una relación. Lo denunció porque, dijo, distribuyó imágenes eróticas suyas. Lo cierto es que la imagen, se demostró, la había distribuido la propia Rosa, que había tenido relaciones con su jefe en una historia que no había terminado nada bien.
Después del crimen de Pedro, Rosa Peral estaba digamos abriendo un nuevo camino, otra vez con un hombre, un vecino suyo con el que había tenido un encuentro sexual y al que envió imágenes eróticas cuando aun no se había encontrado el cadáver de su pareja.
Más allá de sus episodios eróticos, que son relevantes porque parecen la herramienta que esta mujer utilizaba para conseguir lo que quería, su carácter queda también reflejado en los mensajes que se cruza, después del crimen, con la anterior pareja de Pedro, la víctima.
Rosa Peral le explica a la madre del hijo de Pedro, al que ellos han matado, que comprende su dolor y que se siente muy unida a ella. Le escribe cosas como “solo me dará calma matar a quien lo hizo. Tendría que estar la pena de muerte aquí en España. Es que si viniera el que hizo eso y tengo un arma en las manos lo mato y lo meto en un maletero”, en las que se ofrece como una especie de justiciera callejera.
Con esa misma frialdad, Rosa Peral también le escribe contándole su hipótesis sobre el asesinato en el que ella ha participado: “yo creo que no ha sido un solo tío. Han tenido que ser dos como mínimo porque para poder con Pedro… No me imagino a nadie tan fuerte como para acabar con él".