Olivia y Anna Gimeno Zimmermann, dos hermanas de seis y un año, fueron secuestradas por su padre, Tomás Gimeno, el pasado 27 de abril, en Tenerife. Se las llevó hace ya dos semanas. Tomás Gimeno y Beatriz Zimmermann no son pareja desde el verano de 2020. La mujer decidió terminar su relación entonces. Son padres de esas dos niñas, Olivia y Anna. Aun no han establecido un convenio regulador para las visitas, aunque Beatriz, la madre, tiene buena voluntad y no se va a oponer a la custodia compartida.
La hija mayor está en unas clases de tenis y cuando termina, el padre, Tomás, las lleva a las dos a casa de los abuelos paternos, en Santa Cruz de Tenerife. Y aquí parece que el padre de las niñas ya tiene algo en la cabeza. Conduce su coche, un Audi A3 blanco, hasta el puerto Marina de Tenerife. Allí tiene atracada su barca, Esquilón, de 26 metros de eslora. Hace una visita rápida, según las pruebas en poder de la Guardia Civil. Todo indica que se limitó a subir a la barca, poner el motor en marcha y poco después apagarlo y salir de allí hacia su coche.
Los padres de Tomás han declarado luego que su hijo tuvo un comportamiento peculiar, que sonaba a despedida. Incluso que dio un abrazo a su padre, el abuelo paterno, algo que no hacía casi nunca, mucho menos en un día normal. Varios amigos de Tomás Gimeno, sus amigos más íntimos, van a recibir esa misma madrugada, mensajes que ellos luego definirán a la madre como “de despedida".
Las cámaras del puerto lo grabaron con 2 grandes macutos
A las nueve de la noche, una hora y media después, el padre tiene que devolver a las niñas a la madre, Beatriz, pero no lo hace. La madre acude a la casa del padre, en Candelaria, a la hora en que habían quedado los dos, pero allí no responde nadie. Ella tiene llaves de la casa, donde vivían cuando eran pareja, y entra, aprovecha para recoger unos cuadros. Comprueba que en la casa no están Tomás ni las niñas. La madre le llama entonces por teléfono y el padre le contesta con aparente normalidad.
Pero apenas media hora después, a las nueve y media de la noche, las cámaras de seguridad del puerto Marina Tenerife y el propio vigilante de seguridad ven cómo Tomás Gimeno regresa en coche al lugar donde tiene su barca. Las niñas no aparecen en la grabación. El vigilante tampoco las ve. Nadie las ve. Sí se ve a Tomás Gimeno llegar en coche y también sacar dos grandes macutos del estilo de los petates o sacos militares y una maleta.
Los lleva hasta la barca, los carga allí y sale ala mar, donde va a estar casi dos horas. Es noche de luna llena. Mientras está allí, en la barca, recibe una llamada de la madre, son las diez menos un minuto y quiere recordarle que tiene que entregarle a las niñas. El padre le dice a su ex mujer “no vas a volver a ver más a las niñas”, tampoco a mí. Y también le dice, “no te preocupes, que yo me encargaré de las niñas, me encargaré bien de ellas”. Y acaba amenazándola: “no vas a volver a saber nada más de nosotros”.
Insistió a su exmujer en que "no vería más a sus hijas"
Beatriz le llama y consigue hablar con él a las diez y media de aquella noche. Tomás insiste en que no va a devolverle a las hijas y que nunca más las verá, ni tampoco a él. Ella insiste y sigue llamándole para tratar de convencerlo. Consigue hablar con él de nuevo a las once menos veinte de la noche. Tomás no le dice dónde está. Sigue a bordo de la barca en el mar. Poco más tarde, a las once y media de la noche, el padre que ha secuestrado alas niñas vuelve al puerto.
Y este padre, este hombre que ha secuestrado a sus hijas, vuelve a ser detectado en el puerto de Tenerife. Acude a una gasolinera cercana, compra tabaco y un cargador para su teléfono móvil. Le pide luego al vigilante un lugar, un enchufe para cargar la batería. Va a volver a salir con su barca. Tomás pasa unos veinte minutos allí, mientras su teléfono va recargándose. Nadie registra allí a las niñas. Pasado ese tiempo, vuelve a coger su barca y sale a la mar.
La investigación de la Guardia Civil ha descubierto un dato inquietante. En ese rato en que Tomás está en tierra, la barca está vacía. En ella ya no hay esos dos grandes petates ni tampoco la maleta. Tampoco están las niñas.
Y a la una y media de la mañana su ex mujer, Beatriz, consigue volver a hablar con él. Va a ser la última vez que hablen hasta ahora. Lo que ha contado la madre de las niñas es que fue una conversación larga, de casi veinte minutos, en los que los dos hablaron de su relación de pareja y también de las niñas. Tomás aquí le dice que él, en singular, se va a ir lejos. Y a su ex mujer le dice, “no vas a volver a ver a las niñas”.
La barca apareció vacía
La barca de Tomás Gimeno aparece a la mañana siguiente, el pasado 28 de abril, flotando y sin ancla, cerca del puertito de Güimar. Está vacía, no hay rastro de nadie. Antes, la madre de Anna y Olivia ha ido a las seis de la mañana a la Guardia Civil. Ha seguido llamando a su ex pareja, pero ya no le contesta y su teléfono móvil está apagado. Y aquí empieza la investigación por el secuestro delas niñas. Y en esta investigación hay tres escenarios: la barca, el coche de Tomás y la casa.
En la barca parece que se encontraron pequeños restos de sangre que podían ser del padre, de Tomás. En cuanto al coche que dejó en el puerto, los análisis realizados por los expertos de la Guardia Civil no han encontrado nada de interés. No hay ni un rastro de sangre de las niñas, por ejemplo. Lo mismo ocurre en la casa de Tomás, donde se supone que estuvieron antes de que el padre las hiciera desaparecer.
Tomás no aceptaba que su exmujer rehaciera su vida
Y el motivo para llevarse a sus hijas Tomás Gimeno tiene 37 años, y no aceptaba que su mujer hubiera decidido dejarle, algo que hizo el pasado mes de agosto. Tampoco aceptaba, ni mucho menos, que Beatriz, la madre de sus hijas, hubiera iniciado una relación de pareja con Eric, un empresario belga afincado en Tenerife, de 60 años y para el que la mujer estaba trabajando. De hecho, la Guardia Civil tiene datos de un incidente preocupante que ocurrió a finales del año pasado. Varios testigos han contado que Tomás Gimeno discutió con su exmujer en el aparcamiento de un restaurante. Allí estaba Eric, la nueva pareja de Beatriz y también Anna, la bebé, en su sillita. Según las declaraciones, Tomás llegó a golpear a Eric y a amenazarlo.