El pasado mes de octubre conocimos que el fundador de La Trinca y productor televisivo José María Mainat y su esposa, Ángela Dobrowolski, estaban teniendo una separación algo más que complicada. La Vanguardia reveló que ella estaba acusada de haber intentado matar a su esposo suministrándole inyecciones de insulina. Desde entonces hasta ahora han pasado unas cuantas cosas, más o menos graves, que culminaron el pasado 6 de enero cuando un juez ordenó el ingreso en prisión de la mujer de José María Mainat.
Dobrowolski no está detenida por intento de homicidio
Lo primero que hay que dejar claro es que la mujer de José María Mainat no esta en la cárcel por la tentativa de homicidio, sino –y así lo dice el auto del juzgado de instrucción 28 de Barcelona– por quebrantar reiteradamente una orden de alejamiento y por entrar en casa de su marido.
Los hechos que han llevado a Ángela a prisión ocurrieron el pasado 4 de enero. Ese día, la mujer fue detenida en las inmediaciones de la casa donde estaban José María Mainat y los dos hijos menores de la pareja, el que fue su hogar durante muchos años. Fue arrestada después de que protagonizase un episodio que roza lo grotesco: vestida de negro y con gafas y peluca para evitar ser reconocida, trepó hasta el tejado del domicilio del productor televisivo provista de unos prismáticos. Una vecina y los empleados de Mainat detectaron su presencia y avisaron a la policía. Tras un breve intento de huida, Ángela fue arrestada por la Guardia Urbana.
Desde el momento en el que fue detenida Ángela repetía que sólo quería ver a sus hijos, dos críos de ocho y cuatro años, que ese era su único propósito al presentarse en casa de Mainat. Después, ante el juez, añadió que ni siquiera sabía si su marido estaba o no en casa, algo que el juez no se creyó, y reiteró que el fin de su rocambolesca acción era ver a través de las ventanas y poder contactar con los niños, a los que no ve de forma convencional –llamémoslo así– desde el pasado mes de octubre.
A finales del pasado mes de octubre, el juzgado de instrucción número 32 de Barcelona, que es el que se encarga de la investigación por la supuesta tentativa de homicidio, prohibió a Ángela acercarse a menos de mil metros a José María Mainat y a sus hijos. Esta orden, de cumplirse estrictamente, impediría que se hiciese efectivo el régimen de visitas que el juzgado de familia encargado del divorcio de la pareja dictó el pasado mes de septiembre. Así que los abogados de Ángela recurrieron y lograron en diciembre que la Audiencia de Barcelona retirara la orden de alejamiento de la mujer con respecto a sus hijos, a los que podría ver en el punto de encuentro.
Intento matar a Mainat inyectándole insulina
Dobrowolski fue detenida el pasado 4 de enero, la que ha acabado con ella en la cárcel, era la cuarta desde que fue acusada de intentar matar a su marido. Todo empezó la madrugada del 23 de junio, cuando Mainat sufre un shock hipoglucémico. La investigación de Mossos apunta a que Ángela intentó matarle inyectándole insulina.
Ese es el otro frente, el principal, digamos. En el que Ángela no solo se juega cuándo ver a sus hijos, sino unos cuantos años de prisión. Recordemos que hay varios datos que maneja la investigación para acusar a la mujer: las grabaciones de las cámaras de vídeo del domicilio, las llamadas a emergencias de la propia Ángela y un elemento que se va a volver fundamental, el glucómetro que registró el azúcar en sangre de José María Mainat la noche que ocurre todo.
Lo que muestran las cámaras
Las cámaras muestran que poco después de la medianoche, Ángela comienza a hacer viajes hasta la cocina, un total de trece. Allí, según registraron las cámaras de seguridad de la casa, a las que accedieron los Mossos, abre la nevera, saca algo y lo manipula. Según la investigación, lo que hace a hurtadillas es preparar las dos inyecciones de insulina que supuestamente le suministró a su marido con la intención de provocarle una hipoglucemia para acabar con su vida. Lo cierto es que en el registro de la casa los Mossos no encontraron un rastro de insulina, que tampoco deja en el cuerpo ninguna huella. Lo que dice ella es que esos viajes a la cocina debían a que estaba muy nerviosa y no podía dormir esa noche por la situación en la que se encontraba su marido.
El glucómetro, clave
Aquí hemos hablado otras veces de eso que se llama la cadena de custodia, que significa que cualquier elemento material de prueba debe tener una trazabilidad garantizada. Pues bien, en este caso el glucómetro no fue recogido por los Mossos tras los hechos, sino que fue la familia de Mainat quien lo entregó tiempo después, aunque el atestado no especifica cuándo y tampoco ha sido aportado en el juzgado. Es decir, no hay manera de demostrar que ese glucómetro es el que se utilizó la noche de los hechos.
Es una baza a la que a buen seguro se van a agarrar los abogados de Ángela, sabedores de la importancia de esa prueba. Es como, para entendernos, si en un homicidio se dice haber encontrado el arma del crimen pero no aparece por ninguna parte.
Niega un móvil económico
Ella lo ha negado siempre y sus abogados también. Para ello aportan las capitulaciones matrimoniales que Ángela y Mainat firmaron en 2011, cuando ella estaba embarazada de la hija mayor de la pareja. Según estas capitulaciones, a Ángela le quedaría, en caso de separación, una pensión que rondaría los 8.000 euros y el disfrute de una vivienda pagada por Mainat de valor aproximado de un millón de euros, hasta que los niños sean independientes económicamente., así que no quedaría mal parada en caso de divorcio. Mainat, lógicamente, ha pedido ahora anular estas capitulaciones que también contemplaban que la guarda y custodia de los niños quedarían en poder único de ella.