El niño pintor de Málaga
David Guerrero, el niño pintor de Málaga, es uno de los grandes misterios de la crónica negra española desde hace 29 años, cuando desapareció sin dejar rastro. Desde hace unas semanas, está oficialmente muerto, tras una petición de su familia. Esa noticia nos sirve para recordar este desconcertante caso.
Luis Rendueles y Manu Marlasca
Madrid | 24.10.2016 17:43
Empecemos por la noticia reciente, por esa declaración de fallecimiento que ha sido solicitada por la propia familia de David Guerrero.
Ha sido una petición hecha por la madre de David para desbloquear la herencia de su marido, el padre del desaparecido, que murió hace un año víctima de un cáncer fulminante. Automáticamente, el banco bloqueó la mitad del dinero que había en la cartilla de ahorros que compartía el matrimonio. Si no se pedía una declaración de fallecimiento de David, ni su madre ni ninguno de sus hermanos, que ahora tienen 39 y 45 años, podrían disponer del dinero ni del piso familiar.
Es decir, que ha sido una cuestión burocrática, lo que no quiere decir que haya cesado para siempre la búsqueda de David. La búsqueda no ha cesado en todo este tiempo. De hecho, cada vez que llega a la Brigada de Policía Judicial de Málaga un nuevo responsable de Homicidios, revisa el caso en busca de un hilo del que poder tirar. La ley establece que una vez transcurridos diez años sin noticias del ausente, se puede pedir una declaración de fallecimiento para que sus familiares puedan disponer de sus bienes o acceder a prestaciones (viudedad, orfandad o indemnizaciones de seguros). El juez ha enviado a la Policía un requerimiento para comprobar el estado de la investigación por si había surgido alguna pista nueva que sugiriera que David está vivo.
Y 29 años después, no hay nada que haga pensar que David esté vivo, peor tampoco hay nada que certifique que esté muerto. Es decir, las cosas están como hace 29 años…
Esta canción de Gregory Abbott sonaba en todas las emisoras de España el 6 de abril de 1987, el día que David despareció. Su madre, Antonia, que ahora tiene 71 años, recuerda con claridad –seguramente por todas las veces que lo ha tenido que repetir– lo que pasó ese día. La última vez se lo contó a nuestro compañero Juan Cano. David, que entonces tenía trece años, estaba ese día más nervioso que de costumbre, seguramente porque esa tarde iba a ser entrevistado por una emisora local de radio, ya que exponía alguna de sus obras –tenía un gran talento para la pintura– en una importante exposición llamada “Recorriendo la Semana Santa”.
Esta ha sido siempre una de las claves de la desaparición, porque David Guerrero no era un niño normal, sino que tenía unas facultades enormes para el arte. De hecho, uno de sus cuadros, El Cristo de la Buena Muerte, que sigue presidiendo el salón de la casa familiar, fue valorado en 60.000 pesetas (360 euros), un precio récord para un chaval de trece años. A la inauguración de la exposición acudió el propio David, que ya era llamado por los medios locales ‘el niño pintor de Málaga´, acompañado de sus padres y a la exposición iba a ir la tarde en la que desapareció.
David merendó un yogur porque no se encontraba demasiado bien del estómago. Salió de su casa de la barriada malagueña 25 años de Paz, hacia las seis y media de la tarde. Le dijo a su madre que no hacía falta que le acompañase. Tenía que subirse a un autobús en una parada que quedaba a unos cien metros de su domicilio. Su padre le había hecho un plano para que supiese dónde bajarse y cómo ir a la exposición, en la calle Duquesa de Parecnt, en pleno centro de Málaga.
Y aquí empieza el misterio. Nuca llegó a la exposición. Eso está comprobado. Las calles de la barriada donde vivía David estaban aquel día más concurridas que de costumbre, ya que la Reina Sofía visitaba Málaga para inaugurar el Teatro Cervantes y, en su recorrido desde el aeropuerto, cruzaba 25 Años de Paz. Sin embargo, la policía no encontró testigos que se cruzaran con él de camino a la parada de autobús. Tampoco lo reconocieron los conductores del autobús que debía haberlo llevado al centro. Sin embargo, nunca se descartó que se pudiese subir al autobús. Recordemos que en esa época no había cámaras de seguridad ni nada parecido que ayudasen a resolver este misterio.
¿Cuándo se dieron cuenta los padres del niño pintor de que algo pasaba? David tenía instrucciones muy claras de su padre: si acababa pronto la entrevista, debía ir a la academia de pintura de la calle Granada donde daba clases dos días por semana. Allí su padre le recogería al salir de trabajar. Cuando su padre acabó su jornada laboral en una fábrica de ropa, se fue a la galería y comprobó que su hijo no estaba. De allí se fue a la academia y le dijeron que no había pasado por allí. El padre volvió a la galería por si se había cruzado con él, pero no estaba, así que regresó a casa pensando que había vuelto por sus medios y dispuesto a echarle una bronca. Esa noche, los padres de David, acompañados de algunos vecinos, hicieron la primera batida de muchas.
Y se le tragó la tierra. Imagino que la policía exploró todas las posibilidades, incluida la fuga voluntaria. Desde el primer momento, la desaparición de David fue considerada como lo que hoy se llama una desaparición de alto riesgo o inquietante. No había motivos para pensar en una fuga voluntaria, porque David no parecía tener un solo motivo para ello. Aunque era un chaval con no muchos amigos, porque prefería pasar el tiempo pintando en casa con sus dos hermanos, nada apuntalaba la hipótesis de la fuga. Siempre se pensó en un secuestro, aunque tampoco hubo ninguna llamada, ninguna comunicación, ninguna prueba de vida… La familia de David no tenía ni teléfono en casa, así que unos vecinos pusieron el suyo a su disposición.
Y empezó una búsqueda que aún no ha terminado… Lo primero que hizo la familia fue inundar Málaga y las provincias cercanas con pasquines con la imagen de David Guerrero. Se gastaron dos millones de pesetas (12.000 euros) en imprimir carteles, ofrecieron un millón de pesetas (6.000 euros) por alguna pista sobre David, un dinero que lograron reunir con la ayuda de familiares y vecinos. También recurrieron a médiums y videntes, que en la mayoría de los casos lo único que hicieron fue sacarle mucho dinero a la familia, sin ningún resultado.
Hubo muchos avistamientos, pero ninguno fiable. En la redacción del semanario El Caso, que siguió al detalle todas las investigaciones, se recibieron decenas de llamadas, según contó recientemente Juan Rada, que en aquel momento era el director de la publicación. Una de esas llamadas aseguró que el niño fue visto esa tarde de la mano de su padre, lo que daría un vuelco a las investigaciones, pero esa hipótesis también fue descartada.
La pista más fiable la encontró una camarera de un hotel de Málaga en 1990. Tres años después de la desaparición, la mujer halló en una de las habitaciones una servilleta en la que se leía: “David Guerrero. Huelin”. Huelin era el barrio en el que residía el chaval. Cuando la policía supo de ese hallazgo, identificaron al huésped: se trataba de un fotógrafo profesional suizo de 70 años, casado y con hijos, que solía retratar a niños. Entre los últimos dibujos de David, que fueron confiscados por la policía, había algunas caricaturas de un hombre que se parecía físicamente al sospechoso.
Imagino que ese hilo sí que fue tenido en cuenta. Fue bueno, pero tampoco condujo a nada. Los agentes averiguaron otros dos datos un tanto desconcertantes en torno a este misterioso suizo: el individuo tenía un barco atracado en el puerto de Málaga que zarpó rumbo a Marruecos al día siguiente de la desaparición, y que había estado alojado en un hotel de la capital pese a tener una casa de su propiedad en Rincón de la Victoria, muy cerca de la capital malagueña. Los investigadores pidieron comisiones rogatorias a Marruecos y Suiza. Sólo se autorizó esta última. Para cuando llegaron allí los investigadores, el fotógrafo ya había muerto. Su viuda autorizó a la policía a que inspeccionara el laboratorio de su marido. Los agentes revisaron cada foto, incluso los negativos. Y allí había imágenes de muchos niños, algunas incluso hechas en Málaga, pero no había ni una sola de David Guerrero.
La policía, siguió buscando pistas de David Guerrero, que les llevaron a varios lugares más. Por ejemplo, a Portugal. Un matrimonio de profesores canarios que pasaba allí la luna de miel aseguró haber visto a David acompañado de otros muchachos de su edad pintando vírgenes en el suelo por las zonas más turísticas de Lisboa. La policía judicial portuguesa confirmó que existían más testigos que ratificaban la presencia de David en un barrio de Lisboa. Varios policías españoles viajaron hasta allí, localizaron al grupo de chicos que pintaba, pero allí no estaba David.
La imagen de David Guerrero se difundió masivamente y, pese a que en esa época no existía el término, se hizo viral. Algo parecido, desde luego. La policía de Málaga, con la ayuda en muchas ocasiones de agentes especializados destinados en unidades centrales, no dejó de buscar: comprobaron cada uno de los avistamientos, incluso los mensajes de los videntes, algunos con un nivel de detalle asombroso. Decían haberlo visto en Milán, viviendo con una familia de artistas; pintando rótulos en la estación de Almería; en Irún, Ibiza, Motril, Francia, Marruecos, Venezuela, México... Pero nada.
La última pista llegó en 2010, hace seis años. Alguien llamó a la policía diciendo que había visto al niño pintor en una ciudad de Holanda. El testigo dijo que los rasgos de ese adulto eran los mismos que los de la foto de David con trece años y además señaló que le había llamado la atención que el hombre no se parecía en nada a sus hermanos. La policía de Málaga pidió a la holandesa que comprobase esa pista y también resultó negativa.