Vayamos primero a los orígenes de esta ley tan discutida. Procede de 1870, del mes de junio de ese año y fue una ley promulgada durante un periodo convulso en España. Isabel II abdicó ese verano y luego llegaría la I República. España buscaba un rey nuevo, no un Borbón, y en la lucha estaban el general Serrano, amante de la reina y del que hablamos aquí en un territorio sobre el asesinato de Prim, que sería a finales de ese mismo año.
Meses antes de morir, el gobierno de Prim dictó esta ley, compuesta por 32 artículos, que siguen vivos y afectándonos hoy: establece quién puede pedir el indulto, cómo se aplica, quiénes se pueden beneficiar… Aunque, lógicamente, por la época en la que fue redactada esta ley, habla de términos que, afortunadamente, ya están en desuso, como los condenados a muerte…
De hecho Franco firmó seis indultos poco antes de morir, el 20N de 1975. Se trataba de militantes del FRAP y de ETA. Fueron condenados en los célebres consejos de guerra de septiembre de 1975, que se saldaron con cinco fusilamientos ‘al alba’ del 27 de septiembre de 1975 y seis indultos: cinco de militantes de extrema izquierda y uno para un activista de ETA.
Fueron esos últimos ejecutados del franquismo, los que cantó Aute en ‘Al alba’ y los que provocaron esas manifestaciones de adhesión al caudillo y contra la injerencia extranjera, cuando medio mundo intentó frenar esos fusilamientos…
Lleguamos a la democracia, una época en la que ya no hay pena de muerte, pero sigue habiendo indultos… ¿Muchos, pocos? Depende de con qué comparemos la cifra de indultos. Si la comparamos con las peticiones que hay al año, sale una cifra relativamente pequeña, porque, por ejemplo, este año se han presentado más de 6.000 peticiones de indulto y el total de medidas de gracia concedidas no va a llegar ni de lejos al diez por ciento…
Y no hace falta que los pida el condenado. De hecho, casi cualquiera puede pedir un indulto, también para otra persona: el condenado, sus parientes, cualquier persona –tú o nosotros mismos–, el tribunal sentenciador, el tribunal supremo, el ministerio fiscal, el juez de vigilancia penitenciaria y hasta el gobierno.
Cualquiera que haya sido condenado en sentencia firme y que esté a disposición del tribunal que le sentenció, es decir, que no esté fugado. Así que cualquier reo puede beneficiarse de un indulto total o parcial, es decir, se le anula toda la condena o parte de ella, para facilitarle su salida de prisión.
Eso sí, el indulto no significa que desaparezca el pasado: no se cancelan los antecedentes penales del indultado y no alcanza a las responsabilidades civiles. Es decir, si queda algo por pagar, hay que pagarlo y si ya se ha pagado, no se devuelve.
En los requisitos a la hora de obtener el indulto se habla de que la medida “no cause perjuicio a terceras personas o lastime sus derechos”. Una redacción demasiado subjetiva como para poder aplicara con precisión, porque… ¿cómo se mide el perjuicio a terceros?
En España se indulta a un persona al día, aproximadamente. La media de los últimos años da una cifra muy cercana a esta estadística tan redonda: 366 indultos al año 2001 hasta hoy, porque el año anterior, el 2000, se tiró la casa por la ventana en materia de indultos…
El ministro Ángel Acebes firmó 1.333 indultos en un solo día, en diciembre de 2000. Aquella medida se justificó por tres razones: era año de jubileo y el papa Juan Pablo II había solicitado que se aplicasen esas medidas de gracia, cambiaba el milenio y se cumplían 25 años de la coronación del rey Juan Carlos. En total, ese año se perdonó a 1.732 personas, una cifra muy por encima de la media que te hemos contado antes. Y en ese indulto a granel se coló uno que provocó mucha polémica y que dejó en penumbra a todos los demás: el del juez Javier Gómez de Liaño, hoy convertido en prestigioso y caro abogado penalista.
Podía haber vuelto a vestir la toga de juez, con la condición de que no regresase a la Audiencia Nacional en 25 años. Fue condenado a quince años de inhabilitación por prevaricación, al asumir una denuncia contra el presidente del grupo Prisa, Jesús de Polanco, y todo el consejo de administración de Sogecable, su división audiovisual. Hoy es un abogado caro y con clientes conocidos, desde un capo de la mafia rusa hasta un supuesto mafioso de la noche madrileña.
Aquel indulto, por mucho que se intentó, no pasó precisamente inadvertido… Pero para ser rigurosos y justos hay que decir que ese viernes de diciembre de 2000 también fueron indultados 460 insumisos, Teresa Moreno Maya, Tany –una mujer presuntamente maltratada que mató a su marido– y los condenados del caso Filesa por la financiación ilegal del PSOE, entre ellos el ex diputado socialista Carlos Navarro.
PP y PSOE indultan casi por igual –a excepción de ese masivo indulto del 2000, claro–. Si estudiamos los indultos de los últimos tiempos vemos que, por ejemplo, el los últimos tres años completos de la legislatura de Aznar –de 2001 a 2003– hubo 233, 243 y 279 indultos. En 2004, año en el que cambió el gobierno en marzo, hubo 301 indultos y en los siguientes tres años, los primeros de Zapatero, se produjo una fiebre indultadora: 455, 502 y 521 indultos al año… Después se estabilizaron, aunque este año parece que se van a volver a disparar, porque van 468 en once meses, mientras que en todo el año pasado solo hubo 311.
Sigamos con datos… ¿cuál es el delito por el que más se indulta? Sin duda, el tráfico de drogas, el delito contra la salud pública, pero es lógico, porque también es el delito por el que hay más gente en prisión: más de un 70 por ciento de los reclusos que hay en España están cumpliendo condena por esta causa. De los indultos concedidos en los últimos años, casi un 50 por ciento corresponde a pequeños traficantes. Todos los años se conceden unos 150 indultos de este tipo.
El delito más perdonado es ¡el que se comete contra la administración pública!, es decir las prevaricaciones y delitos similares que casi siempre cometen, naturalmente, los que están al cargo de la cosa pública, es decir, los políticos.
Vamos con los últimos, los que le corresponden a este gobierno. Por ejemplo, fue indultado José María Servitje, un ex secretario general de la Conselleria de Trabajo, de Unio Democrática. Había sido condenado por prevaricación y malversación de caudales en el que fue conocido como caso Treball.
También el gobierno del PP ha indultado a algún prevaricador de su partido… Tomás Gómez Arrabal fue indultado recientemente. Había sido alcalde popular de Abadalajís, en Málaga, y fue condenado a dos años de prisión por delitos de prevaricación urbanística. Él y otros tres concejales fueron indultados por Ruiz-Gallardón. Pero ha habido indultos, al menos en nuestra opinión, más llamativos en los últimos meses…
De los más llamativos es el de los comandantes José Ramón Ramírez y Miguel Ángel Sáez fueron condenados a dieciocho meses de prisión por falsear las identidades de 30 de los 62 fallecidos en el accidente del YAK-42. Eran los únicos condenados que seguían con vida y el gobierno les indultó el pasado mes de abril. Los familiares de las víctimas de ese siniestros dijeron que ese perdón era una burla, así que no sabemos muy bien si este indulto no se enmarca en las excepciones de las que hablábamos al principio: “que no cause perjuicio a terceras personas…”
El que provocó el cabreo general fue aquel indulto que concedió Zapatero antes de dejar la Moncloa a un ilustre banquero… Alfredo Sáenz, consejero delegado y número del Banco Santander, fue el beneficiario de esta última medida de gracia. Había sido condenado por denuncia falsa a una pena muy pequeña: tres meses de prisión e inhabilitación para ejercer su oficio de banquero. Los hechos se remontaban a 17 años atrás, cuando era presidente de Banesto –tras la intervención de la entidad– y denunció a dos empresarios por apropiarse de 600 millones de pesetas. La justicia dictaminó que Sáenz, junto a otros dos directivos, presentaron la denuncia a sabiendas de que era falsa…
Este indulto era muy importante porque el Banco de España exige a los altos directivos de banca una honorabilidad y en esos requisitos no se acepta, desde luego, a los condenados por una causa judicial. Sáenz tendría que haber dejado su puesto a la derecha de Emilio Botín… Aquel indulto provocó el cabreo de, por ejemplo, muchos dirigentes socialistas, como el ex presidente de Extremadura, Fernández Vara.
Tanta o más indignación provocó, por ejemplo, el perdón a la cúpula socialista del ministerio del Interior. En este caso fue el gobierno de Aznar el que en 1998 concedió un indulto parcial a los condenados por el secuestro de Segundo Marey. Se redujo un tercio de la pena a los reos para que pudiesen acceder inmediatamente al tercer grado, es decir, a abandonar la prisión: José Barrionuevo, Rafael Vera, Julián Sancristóbal, Miguel Planchuelo y Francisco Álvarez fueron los beneficiados con esta medida.
Hasta 1990, se han concedido indultos a otros condenados por terrorismo con cierta regularidad, siempre y cuando los condenados hubiesen dejado bien claro que habían abandonado la disciplina etarra. Así fueron indultados, por ejemplo, algunos de los miembros del comando que secuestro al padre de Julio Iglesias o a Luis Suñer e incluso unos pocos con delitos de sangre. Se indultaba a unos diez etarras al año, pero a partir de 1990 se cerró ese grifo y se inició una política que se ha demostrado mucho más eficaz para debilitar lo que en el mundo de ETA se llama el frente de makos: la de la dispersión.
Desde entonces ha habido algunos, como el del ex jugador de la Real Sociedad José Antonio de la Hoz Uranga, condenado por colaborar con ETA en un secuestro, pero el indulto más sonado no fue a un preso de ETA. En 2007, el gobierno de Rodríguez Zapatero concedió el indulto al terrorista de los GRAPO Chano Rodríguez Veloso, condenado a 84 años de cárcel por asesinar al empresario Rafael Padura en 1984. El GRAPO estaba en silla de ruedas desde que en 1990 llevó casi hasta el final una huelga de hambre de 432 días en prisión…
Estando aún un preso ganó cinco medallas en Sidney (2000) y otras tres en Atenas (2004) como nadador. La familia de su víctima, el empresario Rafael Padura, siempre se ha mostrado en contra del indulto. Eso sí, Chano, que ganó 19 medallas de oro, lleva desde el año 94 trabajando en la ONCE y entrenado y compitiendo en paralímpicos. Hay que decir que aún hoy sigue pagando la indemnización a los familiares del empresario asesinado.
Muchas veces se trata de que tenga una función rehabilitadora o esa debe ser la idea, pero a veces, desde luego, sirve para algo muy distinto. En una cárcel federal de Miami aguarda una larga condena vestido de naranja un indultado en 2008 por el ministro de justicia socialista Fernández Bermejo…
Es todo un señor mafioso, uno de los más grandes criminales españoles: Álvaro López Tardón, el jefe de los Miami. Fue indultado en 2008 de un delito de lesiones, que cometió cuando agredió a un guardia civil que había amenazado a uno de sus vendedores de droga. Por aquellas fechas, en 2008, Álvaro ya era un activísimo traficante que se valió de ese indulto para actuar con mayor impunidad.
Recientemente ha habido otro caso, el del abogado José Luis Cuervo, arrestado por pertenecer a la trama china de blanqueo de capitales de la operación Emperador. El ministro Fernández Bermejo –que no tiene buena suerte para esto– le indultó parcialmente en 2007, después de que fuese condenado a cuatro años por estafa y apropiación indebida.
La polémica de los indultos y la reacción de los jueces llegó, recordemos, del perdón concedido a unos mossos d’esquadra condenados por torturas. No han sido los primeros indultados condenados por este delito, ha habido más casos. Quizás el más llamativo fue el de los cuatro policías locales de Vigo que fueron condenados por detención ilegal y malos tratos a un vendedor ambulante senegalés. Las penas fueron bastante severas –entre tres y cuatro años de prisión–, pero el indulto, que fue concedido en 2005, permitió, no solo que no pisasen la cárcel, sino también que pudiesen volver a vestir uniforme.
Terminamos con otro indulto muy mediático. Miguel Montes Neiro salió de prisión el pasado mes de febrero, después de una campaña mediática muy ruidosa y 36 años entrando y saliendo de la cárcel. Porque esa es la primera media verdad que se cuenta en este caso: Montes Neiro gozó de permisos y aprovechó muchos de ellos –incluso el que le dieron en 2009 por la muerte de su madre– para no volver a prisión. Por ejemplo, entre 1994 y 1997 estuvo en libertad y cometió atracos, secuestros… Entre 2003 y 2006, hizo exactamente lo mismo: sus delitos no eran precisamente de guante blanco… En la cárcel quedan cientos o miles diríamos de reclusos con historiales mucho más limpios –sin secuestros, sin fugas violentas– que esperan una medida de gracia que no les va a llegar