José Bretón buscaba novia mientras todos buscaban a sus hijos
La semana próxima se cumplen cinco meses de la desaparición en Córdoba de Ruth y José, los hijos de Ruth Ortiz y José Bretón. Desde entonces no ha habido ni una sola noticia fiable de los dos niños, de seis y dos años, y sí muchas, y algunas bastante increíbles, de su padre, José, que sigue en la cárcel acusado de la desaparición.
ondacero.es
Madrid | 29.02.2012 17:58
Hoy en el territorio negro vamos a contar todo lo que hay contra el padre, incluyendo un estudio de especialistas en astrofísica, una misteriosa compra de gasoil y su aberrante comportamiento cuando, según él, se le habían perdido sus hijos en un parque.
Empecemos por el final. Escuchen porque parece imposible que suceda algo así. Sitúense: la tarde del 8 de octubre, José Bretón llama a la policía y al 112 y dice que ha perdido a sus dos hijos en el parque Cruz Conde de Córdoba. Eso sucede a las siete menos veinte. Una hora después, Bretón hace otra llamada, a un amor de juventud, pero no para pedirle ayuda ni consuelo…
Eran las ocho menos diez de aquella tarde. En la zona ya hay policías, familiares de Bretón, padres de otros niños, empleados municipales, todos buscan a Ruth y José. Y este hombre se aparta de la multitud y llama a su antigua novia, una mujer cordobesa a la que no veía hace casi quince años. Le dice: “me acuerdo mucho de ti. A ver si nos vemos”.
Una hora después de perder a los niños le pide una cita a una antigua novia. ¿Y le dice algo de lo que está viviendo, de lo que debía ser el peor momento de su vida?
La antigua amiga de Bretón contó a la policía que no salía de su asombro, que él hacía años que no la llamaba. Y que, lo que resulta no sabemos si increíble o inquietante, no le dijo nada de que había perdido a sus hijos poco antes, ni de que estaba con la policía buscándolos, “ni siquiera me dijo que tenía hijos”, explicó la mujer a la policía
Y no fue un impulso, porque escuchen lo que ocurre los días siguientes, mientras ya toda España está pendiente de encontrar a sus hijos…
Bretón fue primero una víctima, un padre que había perdido a sus hijos. Pero muy poco tiempo después pasó a ser sospechoso para la policía, el fiscal y el juez. Finalmente, el día 21 de octubre fue detenido y acusado de la desaparición de sus hijos. Y también esos días críticos, Bretón volvió a llamar a su antigua amiga, un viejo amor platónico.
Esas [[LINK:INTERNO||||||conversaciones, que ayer desveló Susanna Griso en Espejo Público,]] también son sorprendentes. Habla un hombre que lleva ocho días sin saber nada de sus hijos y que ha sido ya interrogado durísimamente, que sabe que está a punto de ser detenido…
El día 16 de octubre Bretón llama a esta mujer, le dice que se acuerda de que hace 14 años quiso darle un beso y ella lo rechazó diciendo que tenía un flemón. Le dice que tiene grabadas esas conversaciones. Ella contesta que hace un montón de años. Y él coquetea con ella: “hace mucho que no nos vemos, pero seguro que ahora estás más guapa”.
Todo esto, sin hablarle para nada de los niños y entre interrogatorios de la policía y búsquedas de los críos.
Bretón tontea y le dice que se le acelera el corazón cuando recuerda las vivencias que tuvieron juntos. Se ofrece a acompañarla a casa un día, que a ver si le hace un poquito de hueco en su vida. Al día siguiente, poco antes de ser detenido, la vuelve a llamar hasta tres veces.
Bretón solo le dice que está colaborando con la policía en un caso, que mañana va a verla y se lo cuenta. La mujer sospecha y le dice. “¿Tú no te llamarás de apellido Bretón?”. Entonces, el termina la conversación y dice que luego se lo cuenta.
No se lo pudo contar porque fue detenido y luego enviado a prisión, donde sigue. La principal prueba contra él es una grabación de una cámara situada cerca del parque Cruz Conde.
En ella se ve el coche de Bretón, un Opel Zafira azul oscuro, pasar en dirección al parque. Son las seis menos dos minutos de la tarde. El problema es que en la parte de atrás del coche no se ve a los niños. Bretón y su abogado apuntaron que podrían ir inclinados o jugando en el suelo, pero una prueba hecha con técnicas propias de la NASA les han quitado la razón.
Las imágenes las estudió el profesor Vicent Peris, del observatorio astronómico de Valencia. Vamos a intentar explicarlo. El profesor superpone los fotogramas de las imágenes del paso del coche, logra más detalle en la visión. Se comprueba que si la niña Ruth estuviera sentada en la parte de atrás del coche, habría una pequeña rugosidad en la ventana trasera derecha y la luz no pasaría a través del cuerpo de la niña, obviamente.
La ventana trasera derecha está recta, no hay nadie haciendo peso sobre ella. Y la luz pasa totalmente al coche. Es decir, al menos Ruth, la hija mayor de Bretón, no va ya en la parte de atrás antes de llegar al parque. Además, hay que recordar que los resultados de ese estudio coinciden con dos reconstrucciones hechas por la policía, una con muñecos del tamaño y peso de los niños y otra con niños reales muy similares a los dos críos desaparecidos. Y en esos dos casos, las cámaras sí captaron la imagen, la silueta de alguien en la parte trasera del coche de Bretón.
Esa es la prueba principal contra José Bretón. Y luego hay muchos más indicios, que digamos sirven al juez para completar el panorama, negro, negrísimo de esta historia. Entre otros, la compra de 140 litros de gasoil que el padre de los niños no ha sabido explicar…
Es una cantidad enorme de combustible, que Bretón compró los últimos días antes de la desaparición de sus hijos. El auto del juez, que reveló nuestra compañera Cruz Morcillo en ABC, sospecha que se usaron en la gran hoguera que Bretón encendió en la finca de Las Quemadillas, el escenario clave de esta tragedia. Tampoco hay que olvidar las pastillas –un tranquilizante llamado Orfidal– que Bretón compró tras obtener una receta. Y de las que tampoco hay rastro. Y los dos cuchillos, un rollo de cinta americana y un trozo de cinta blanca que la policía encontró en el maletero del coche.
El auto del juez que explica todo lo que hay contra ese padre elogia el trabajo de la policía en un caso complicadísimo… Algunos de esos policías son amigos, así que no somos neutrales. Siempre decimos que si ocurriera algo malo a alguien conocido, nos gustaría que ellos se encargaran de investigarlo. El caso está en buenas manos. Y sí, la policía ha desmontado ya buena parte de las historias del padre. La más importante: el hombre no llegó nunca al parque con sus hijos.
Vamos a repasar esta terrible historia. A finales de septiembre del pasado año, una mujer, Ruth Ortiz, veterinaria, madre de dos niños, le anuncia a su marido, José, ex soldado en Bosnia y que trabajaba como conductor, que quiere separarse de él.
El marido se resiste, la acosa y llega a amenazarla con que no verá más a sus niños si se separan. Nadie le da importancia a esas frases. Al contrario, Ruth deja que José se lleve a los niños los fines de semana. El primero, a finales de septiembre, lo disfrutan todos juntos porque era el cumpleaños de su hija y es donde le regalan un gatito de peluche del que la pequeña no se separa. El segundo fin de semana, el viernes 7 de octubre, Bretón queda con su esposa en Huelva y le entrega un ramo de flores y una carta en la que le pide que vuelvan a estar juntos. Luego, recoge a sus hijos y se va con ellos a Córdoba.
Y los niños llegan a Córdoba y duermen en casa de sus abuelos paternos. El padre duerme en la finca familiar de Las Quemadillas. Y llegamos a la mañana siguiente, la última en la que se ve a los niños.
Bretón asegura que se queda con sus dos hijos y dos sobrinos en casa de su hermana Katy, que se va a la compra al Carrefour. La mujer regresa a la una y cuarto. Y los dos tienen una bronca. Bretón tiene prisa. Coge a sus hijos, los mete en el coche y va a casa de los abuelos. Allí, poco antes de la una y media, vuelve a tener otra discusión.
La abuela quiere dar de comer a sus nietos y Bretón se niega. Se va con ellos sin comer. A las 13.31, una cámara de un local de juegos cercano capta la imagen del coche, donde van los críos.
Y hacia las dos menos diez de la tarde, el coche del padre es grabado por otras cámaras llegando a la finca de Las Quemadillas. Ya no se sabe si los niños van en el coche. Lo cierto es que no hay demasiado tiempo para que Bretón entregara a los niños a una tercera persona antes de ir a la finca, pero podría haber ocurrido. La policía se inclina por pensar que no, que llegaron allí los tres. Y hacia las 17.28 se aprecia como sale el coche de Bretón, de nuevo sin poder precisar si los niños están dentro, vivos o muertos.
Sobre lo ocurrido en la finca entre las dos y las cinco y media, Bretón ha contado varias historias. La primera, que comieron allí y que los niños jugaron entre naranjos mientras él hacía una hoguera y quemaba recuerdos de su esposa mezclados con huesos de animales. La segunda, que los niños se quedaron dormidos en el coche y que él también se echó una cabezada.
La hoguera es lo único cierto. El servicio andaluz de prevención de incendios, el Infoca, detectó una gigantesca hoguera poco después de las cinco de la tarde… Recordemos el gasoil que tenía Bretón. En ese aquelarre Bretón quemó, que se sepa y ojalá que fuera lo único, huesos de ratones y un chaquetón de su esposa. El juez no cree que los niños durmieran una siesta de tres horas y media –la noche anterior habían dormido perfectamente– y subraya que Bretón los tuvo sin comer y sin cambiar el pañal del pequeño José –de apenas dos años– durante todo ese tiempo.
Bien, hemos dicho que el coche sale de la finca de Bretón a las 17.28. Y hemos contado que media hora después una cámara graba solo a Bretón conduciendo. Vamos a suponer que sí llegó al parque con sus hijos, ¿cuál es su versión?
Bretón ha contado hasta tres historias distintas. Que se bajó con ellos caminando por el parque, se sentó en una barra de ejercicios, miró hacia un lado y al volver la vista los niños ya no estaban. En otra ocasión explicó que sus hijos se mezclaron con un grupo de veinte personas que caminaban por el parque y su tercera historia es que dejó a los niños en el parque para ir a aparcar su coche y que al volver, después de quedarse traspuesto, ya no estaban. En ese coche, por cierto, la policía encontró la gatita de peluche de la pequeña Ruth.
Recuerden que nada ni nadie, ni cámaras ni otros padres, ni estudiantes, vieron a los niños en el parque, solo al padre, que iba caminando sin preguntar a nadie. En fin, a partir de estas incoherencias es cuando la policía inicia sus interrogatorios y está a punto de derrotar a Bretón.
Hay varios episodios en los que parece que Bretón va a confesar algo. Antes de ser detenido, admite a uno de los policías que él es el responsable de la desaparición de sus hijos, el juez escribe: “accede voluntariamente a llevarse a los agentes al lugar donde estarían, aunque al llegar a la puerta de la parcela” les pide que le dejen hablar con su esposa. Luego, se echa para atrás y vuelve a su silencio. En otra ocasión, hablando con otro policía, que le pregunta ya agotado: ¿dónde están los niños, José? Y él responde: “ese es mi secreto”.
Mucha gente se pregunta por qué el empeño en buscar en esa finca, que se ha registrado ya en varias ocasiones. El coche, los teléfonos, las cámaras… Todo lleva allí. Además, Bretón ocultó a su familia y a la policía que había ido a la finca ese día. Es un terreno muy amplio y con acceso al río Guadalquivir. De hecho, ahora el juez y la policía creen que Bretón quiso engañarles con pistas falsas y llevarles hacia la hoguera para despistar.
Cuando los policías estaban registrando la finca, le preguntaban por los niños y Bretón contestaba: “están cerca, están cerca”. Cuando se acercaban a la hoguera, donde él había hecho una especie de fosa, pensaron que los niños estaban allí enterrados… Dejó bolsas de basura en lugares donde sabían que había cámaras, quizá para llevar a la policía y al juez a buscar en un vertedero, como hicieron los implicados en el crimen de Marta del Castillo.
Y la pregunta que se estarán haciendo muchos oyentes, ¿hasta cuándo va a estar preso Bretón? ¿Es posible que quede en libertad si no aparece ni una pista de los niños?
Su abogado lo pide y lo reclama. Dependerá del juez, pero todo indica que va a estar en prisión hasta que se celebre el juicio. El juez ha hecho una maniobra legal muy significativa en el auto del 17 de febrero. Hasta entonces, Bretón estaba en prisión por la posibilidad de que ocultara o destruyera pruebas al salir. Ahora, está preso por riesgo de fuga.
La ley española marca que una persona solo puede permanecer seis meses en prisión a la espera de un juicio si está en la cárcel para evitar que destruya pruebas; distinto es si se le mantiene preso para evitar que se fugue, así se puede tener a un sospechoso en prisión hasta dos años antes del juicio; es decir, si el juez no llega a cambiar el motivo, Bretón podía haber salido de prisión el mes de abril.