Las agresiones sexuales, las violaciones y los delitos contra la libertad sexual no dejan de crecer en nuestro país. El Ministerio del Interior recogió 19.013 denuncias en el año 2022, casi dos mil más que el año anterior. La inmensa mayoría de las víctimas, el 86 por ciento, son mujeres. Y una proporción cada vez mayor son menores de edad. Fueron 8.337 en el año 2022.
En el Territorio Negro de hoy, Manu Marlasca y Luis Rendueles nos hablan de una de esas agresiones, de uno de esos agresores, que está siendo juzgado en la Audiencia de Barcelona, por la terrible violación y quizás, asesinato frustrado de una chica de 16 años en Igualada (Barcelona).
Los hechos ocurrieron en 2021
El viernes pasado quedó visto para sentencia el juicio contra Brian Raimundo Céspedes, el monstruo de Igualada. Le piden 45 años de cárcel por lo que, según la policía y la fiscalía, le hizo la noche de Halloween de 2021 a una chica de 16 años que salió de una discoteca que iba a coger el tren para volver a su casa.
Hacia las seis de la mañana, la chica sale de la discoteca Epic, en un polígono a las afueras de Igualada. Ha estado de fiesta con varios amigos. Está cansada y decide irse a coger el tren para volver a casa. Ha avisado a su madre con varios audios de WhatsApp y camina por el polígono donde está la discoteca hacia la estación. Es una zona poco iluminada y bastante solitaria. Ella no lo sabe, pero un tipo la está siguiendo y en ese camino, en una de esas calles del polígono, la calle Países Bajos, la ataca y la agrede de una forma brutal.
Se ha contado en el juicio que el hombre la penetra anal y vaginalmente, también con algunos objetos, le causa unas lesiones internas tremendas, le golpea muy fuerte en la cabeza, le rompe el cráneo. Le quita la ropa, el abrigo, el vestido, la ropa interior, y la deja en una esquina de esa calle medio muerta y helada de frío. Dos camioneros que estaban por el polígono la ven, desnuda, tirada, sangrando y temblando. Le salvan la vida. En el juicio, un forense dijo que esas lesiones no solía verlas en supervivientes, en víctimas vivas, sino en la sala de autopsias, en cadáveres.
La víctima pasó dos meses en la UCI y ha tenido cinco operaciones
La víctima, de 16 años, sufrió rotura del cráneo, unas lesiones internas terribles. Por esa razón, han tenido que operarla cinco veces para reconstruirle algunas partes de su cuerpo.
Estuvo dos meses en la UCI y casi un año en el hospital. Actualmente, está en tratamiento psicológico. Vive con su madre y trata de salir adelante desde aquella madrugada.
La investigación policial les llevó a un tipo con capucha que siguió a la menor
La operación Nit, noche en catalán, fue una investigación muy laboriosa y también fue, se ha visto en el juicio, muy exitosa. Recordemos que la víctima no podía hablar, no podía dar pistas sobre su violador, estaba en la UCI. Los Mossos d’Esquadra tenían las imágenes de un tipo con capucha siguiendo a la chica, pero no se le veía la cara.
Nadie había visto nada, así que la operación Nit tuvo que hacer lo que los investigadores llaman "pesca de arrastre". Es decir, comprobaron todo lo digamos anormal que había pasado aquella madrugada en Igualada. Incidentes menores, robos de coches, agresiones callejeras, botellones, personas heridas que llegaban al centro de salud. Pensaban que el violador, antes de atacar de una forma tan salvaje, a las seis de la mañana, había podido estar implicado en otro incidente, otra pelea, algo menor.
Esa pesca de arrastre no es un trabajo menor. Es recuperar todo lo que ocurrió aquella noche en una localidad, Igualada, de 40.000 vecinos.
Se revisan cientos de episodios más o menos violentos, más o menos triviales. Y encuentran que unas tres horas antes de la violación, un grupo de chicos jóvenes, algunos parecían menores de edad, están de botellón en una calle del pueblo y, por hacer la gracia, rompen el retrovisor de algunos coches.
El dueño de uno de esos coches los ve y decide reñirles. No le hacen mucho caso y entonces les graba con su teléfono móvil. Luego denunciaría el caso a los Mossos, que acabaron deteniendo a uno de los chicos por esa gamberrada.
Los investigadores estudian esa grabación, como otras muchas de esa noche. Y ven a un chico que lleva capucha y se tapa la cara cuando ve que están grabando.
Eran unos doce chavales. Los Mossos identifican a todos menos a ese. Van comprobando sus historias y sus coartadas. Y esos chavales les dicen que no conocen al de la capucha, que aquella noche fue la primera vez que iba con ellos. Hasta que alguien, el tipo que lo había llevado al botellón, dice que solo sabe que se llama Brian y es boliviano.
El nombre del sospechoso: Brian Céspedes
Tienen un nombre, pronto tendrán su teléfono móvil, que lo sitúa en la zona de la discoteca y de la violación a esas horas. Tienen imágenes de cámaras de seguridad.
Había 155 cámaras en el polígono donde ocurrió todo. Los Mossos localizan las grabaciones donde se ve a la víctima y a su violador antes de la agresión, a las 6.16 de la mañana. El problema es que al agresor no se le ve la cara, lleva capucha, y la ataca donde no hay cámaras. A las 6.42h, después del ataque, se ve de nuevo a ese hombre sin rostro irse de allí, con algo en la mano, posiblemente una prenda intima de la víctima. Lleva puestas unas zapatillas blancas, pantalón negro, capucha y una mochila de la marca Under Armour.
Vigilan a ese sospechoso durante casi un mes. Se llama Brian Céspedes, tiene 20 años, nació en Bolivia y vive con un par de compañeros en un piso en Igualada
Comprueban que lleva a veces la misma ropa que se ve en las cámaras de seguridad: las zapatillas Adidas de color blanco, la mochila, la sudadera con capucha. Deciden detenerlo y registrar su piso. Y allí el trabajo va a dar fruto, una prueba crucial en el juicio. En una chaqueta de Brian, el laboratorio encontrará luego restos de ADN, restos genéticos indiscutibles, de la chica, de la víctima, a la que él no conocía antes de violarla.
Con esa prueba digamos científica y muchos otros indicios, este joven fue detenido y acusado. Entró en la cárcel y estos días ha sido juzgado.
La semana pasada tuvo lugar el juicio
Durante el juicio en la Audiencia de Barcelona, el acusado solo contestó a las preguntas de su abogado, que pide la absolución para él contra viento y marea. Brian habló con voz baja y un tono casi aburrido, anodino ante el tribunal. Se declaró inocente. Explicó que aquellos meses, también aquella noche, tomaba alcohol, drogas, que salió de fiesta y que no recuerda nada de lo que ocurrió
Sobre la chaqueta que había en su casa, que tenía ADN de la víctima dice básicamente que no era suya.
El juicio terminó el viernes pasado. El tribunal de la Audiencia de Barcelona tendrá que dictar sentencia en las próximas semanas. Este joven va a ser condenado casi con toda seguridad. Además de esos olvidos y esas casualidades, su abogado presentó otra prueba digamos a su favor o para disminuir la condena.
Al menos la presentó como un intento de humanizar a este hombre, al acusado de un crimen tan cruel. Brian Céspedes, el agresor, es un joven boliviano al que su padre, allá en su país, violó y agredió repetidamente cuando él era muy pequeño, un niño. La madre había venido a España a ganarse la vida para ella y para su familia. La mujer se trajo consigo a su hija pequeña y Brian quedó en Bolivia con su padre que lo violó y lo torturó, parece cierto y demostrado.
Finalmente, cuando Brian tenía 16 años, la madre aceptó sus súplicas, quería salir de su país, de su padre, y lo trajo a España.
Es cierto que hay estudios que indican que los niños o niñas que sufren violencia desde pequeños, violencia familiar, malos tratos, agresiones, pueden hasta ver afectadas zonas de su cerebro, no somos expertos, y pueden ser más propensos a desarrollar ciertos comportamientos violentos. Pero no es una verdad científica ni es un destino que no pueda cambiarse.
Los hechos son que Brian llegó a España para reunirse con su madre y con su hermana. Pero que muy pronto comenzaron los problemas. La madre acabó denunciando a su hijo, que intentó agredir sexualmente a su hermana, de siete años entonces. Brian tenía 16 años, fue detenido y enviado a un centro de menores.
Esta es la parte que siempre nos deja un poco atónitos en estos territorios. El violador de Igualada ya había dado señales de alarma.
Con delitos tan graves como el último que ha cometido, suele ser así, suele haber avisos anteriores. En este caso, el ataque a su propia hermana. El caso es que Brian era menor, y se benefició de la ley española, pensada más para pequeños ladrones de motos o de bolsos.
Fue condenado a un año de internamiento en un centro de menores. Pero el juzgado lo suspendió y se lo cambió por un régimen de libertad vigilada durante dos años, tenía que someterse a un tratamiento psiquiátrico y a otro para dejar el alcohol, además de no acercarse a su hermana pequeña. De nuevo en libertad, con muy poca vigilancia, no hizo ningún tratamiento y tuvo dos novias, dos parejas, antes de agredir sexualmente a la joven de Igualada.
Una de ellas, a la que encerró en su piso, la llegaba a meter dentro de la caseta del perro, la insultaba, la pegaba y la agredía sexualmente, según la víctima, logró escapar y pedir ayuda a su madre. Lo denunciaron. Y en esas estaba, denunciado por una pareja por delitos gravísimos, en una supuesta libertad vigilada, cuando fue a la discoteca aquella noche de Halloween. La misma discoteca donde estaba su última víctima.
Él ha pedido expresamente no ser expulsado a Bolivia y que, si tiene que cumplir condena la cumpla aquí, en España.