Parecía imposible, pero el primer juicio por un asunto de la trama Gürtel, un tema relativamente menor, la corrupción en el stand de la feria de turismo FITUR, ya ha sentado en el banquillo a Francisco Correa. Vamos a recordar quién es Correa, don Vito
Francisco Correa, que este mes cumple 60 años, es un hombre hecho a sí mismo. Su padre fue un zapatero republicano que acabó en el exilio tras la derrota en la Guerra Civil. Y cuando la familia regresó a España, Francisco empezó trabajando de botones, con apenas 12 años, en un hotel cercano a la estación de Príncipe Pío, en Madrid. De ahí, Correa salta a su primer trabajo con contrato, en dinero A, en Alicante que diría él.
Su carrera va bien. Con 29 años, Correa dirige la agencia de Viajes Ecuador en París. Tenía ya chófer propio, un portugués llamado Antonio. Regresa a España como director comercial de la agencia Wagon-Lits. Y en el año 1989 se establece por su cuenta organizando viajes para directivos y ejecutivos.
Es en esa época, 1996, cuando organiza un viaje personal para Francisco Álvarez Cascos, entonces secretario general del PP y vicepresidente del gobierno. A principios de ese año, Correa había sufrido una tragedia personal, su primer hijo, que había nacido con una grave enfermedad, murió. Debió haber química, casi un flechazo, porque solo un año después de ese encuentro, los hombres y las empresas de Correa eran los elegidos ya para organizar actos electorales del PP en Galicia y el País Vasco. Entonces, a finales de 1997, Correa montó una sociedad en la isla de Nieves, un paraíso fiscal en el Caribe, para lavar el dinero.
Y diez años después de la entrada de Correa en el entorno del PP, a finales del año 2007, un modesto y enfadado concejal del partido en Majadahonda, José Luis Peñas, acude a la policía con unas grabaciones que él le ha hecho al propio Correa.
Peñas decidió empezar a grabar a Correa cuando vio lo que se cocía en la zona oeste de Madrid. Entregó a la policía unas 20 horas de grabaciones en las que, por ejemplo, Correa afirmaba que había llevado mil millones de pesetas –seis millones de euros– a Álvarez Cascos. Peñas dijo a la policía que Correa era el séptimo hombre que más mandaba en el PP, por debajo solo de Aznar, Cascos, los tres vicesecretarios y el gerente, un tal Luis Bárcenas, entonces casi desconocido.
El mecanismo era sencillo y casi perfecto, según las denuncias. A veces, empresas de la trama eran las que hacían los mítines y otros actos del partido. Luego, empresarios que querían conseguir contratos públicos de gobiernos del PP pagaban en dinero negro, éste se quedaba su parte y trasladaba el resto al partido, entonces a Luis Bárcenas. Luego, el empresario conseguía la obra pública. Correa y su gente, de cuando en cuando, hacían regalos y tenían detalles con los políticos de la trama. Lo mismo le pagaron un viaje de luna de miel a la Polinesia al entonces diputado madrileño Martín Vasco, el viaje a Eurodisney a Ana Mato y su familia y los cien gramos de caviar casi míticos ya que Ricardo Costanecesitaba con urgencia aquella navidad.
También a veces se hacían regalos y detalles a algunos concejales con celebraciones, con lo que Correa y sus amigos llamaban las chicas de la ofi (la ofi era un club de lujo llamado Pigmalión). Suena antiguo, pero sigue siendo eficaz en ciertos ambientes. Otra grabación antes de cerrar un negocio en Barcelona muestra a Álvaro Pérez alias El Bigotespidiendo: “hay que buscar chicas españolas, entre 25 y 30 años, que sean guapas, que tengan algún tipo de titulación y, sobre todo, que follen como los ángeles”.
La policía investiga durante un año y medio, dirigida por el juez Garzón –que vio terminada su carrera por este caso–. Y en febrero de 2009 se producen las primeras detenciones. Vendría luego la acusación contra Bárcenas, diputados del PP en Madrid que dimiten… Y Correa, nuestro hombre, entra en prisión.
Pasa en la cárcel tres años y nueve meses. Desde allí, desde el talego, Correa asiste a todas las maniobras en el caso. Algunas las contamos aquí: la condena del juez Garzón por las escuchas telefónicas (que otros jueces por cierto ratificaron), el intento de apartar a las fiscales del caso, Myriam Segura y Concepción Sabadell, y las presiones al ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón y el fiscal general del Estado, Eduardo Torres Dulce. También las presiones a los policías que investigaron el asunto Gürtel. El comisario, Juan Antonio González, perdió su puesto nada más llegar el PP al poder, en el año 2011.
Pero no era fácil tapar el caso. Llegaron las cuentas suizas de Bárcenas, pero antes se supo que una cuenta suiza de Correa fue encontrada por la policía con 17 millones de euros. Otra en Mónaco, con casi cuatro millones más. Correa, recordemos, declaraba cada año a Hacienda que no tenía nada, apenas una vieja motocicleta, una Suzuki 600. En realidad, la policía le encontró, además del dinero, un yate, un apartamento, un dúplex en Sotogrande y un chalé en la urbanización La Finca, la misma donde vive, por ejemplo, Cristiano Ronaldo.
La trama Gürtel cobró de más por contratos y trabajos públicos, que pagamos todos. Como mínimo se generó un agujero (y unos beneficios para ellos) de 140 millones de euros, pero no sabemos cuántos sobrecostes en obras públicas fueron autorizados por los gobiernos a las constructoras amigas. Un ejemplo: los túneles del futuro AVE Madrid-Asturias fueron concedidos en 2003 a una empresa de Alfonso García Pozuelo, viejo amigo de Álvarez Cascos y acusado en la trama. El estado iba a pagarle 1.400 millones. Las obras llevan más de dos años de retraso (debían haberse inaugurado en 2013) y costarán como mínimo 3.550 millones de pesetas.
Dos ejemplos más domésticos dan idea de la extensión de los tentáculos de la Gürtel. Fue la que organizó un homenaje de aniversario a Miguel Ángel Blanco, en julio de 2005, con un beneficio indebido según las investigaciones, de 12.000 euros en un día frente a otras ofertas más baratas. La trama facturó de más y ganó mucho dinero en otros actos contra el terrorismo, como el aniversario de la matanza del 11M en Madrid. Estaban en casi todo. Ganaron dinero de más, por ejemplo, retocando con photosop las imágenes electorales de Mayor Oreja, retoques en los ojos y el pelo de Esperanza Aguirre en otro cartel electoral…
Correa sale de prisión tras casi cuatro años, su fianza la paga su madre y se enfrenta a un futuro complicado. En enero de 2015, la fiscalía anticorrupción anuncia que pedirá 110 años de prisión para él por el caso Gürtel época 1, que se juzgará el año próximo. El asunto es tan largo que se ha dividido por años. Época 1 significa lo que se robó hasta el año 2005. Todo indica que esa petición durísima de cárcel hizo moverse a Correa, que vio como a otras personas les piden menos años de prisión (a Luis Bárcenas le piden 42) mientras que algunos implicados, según él, no están ni se les espera en el banquillo.
Y entonces, como se desvela hoy en interviú y en eldiario.es, Correa se mueve y anuncia que, por fin, va a hablar. Está dispuesto a tirar de la manta. Correa traslada el mensaje hasta los que han sido sus grandes enemigos, la fiscalía anticorrupción, en el mes de febrero. El fiscal jefe, Antonio Salinas, decide escuchar: contar con un arrepentido sería muy bueno para el juicio del año próximo. Es un proceso totalmente legal, así se ha hecho, por ejemplo, para desentrañar la corrupción del PP en Baleares y algunos arrepentidos hablarán en el caso Urdangarín, lo veremos en el próximo mes de enero. Eso sí, les dice a los abogados que deben tratar con las cinco mujeres fiscales que han perseguido la trama corrupta durante todos estos años.
Y entonces empiezan una serie de reuniones, de contactos, de negociaciones, hasta ahora secretas, entre enviados de Correa y las fiscales. Hubo al menos cinco reuniones en busca de un acuerdo entre los meses de marzo y junio de este año, todas en la sede de la Fiscalía Anticorrupción, en la calle Manuel Silvela de Madrid. Los enviados de Correa trasladaron su oferta: reconocería los hechos y el daño causado (confesaría los delitos), se haría responsable pagando la multa que fijara el tribunal (esta parte tiene trampa porquesi Correa tuviera dinero o bienes ocultos en el extranjero podría recuperarlos tras pagar la multa y serían suyos para siempre) y daría nombres de empresarios y políticos que también estaban en la trama y que hasta ahora se han librado de las investigaciones.
Correa tiene un problema grave, nos cuentan personas que le conocen. En los próximos años se enfrentará como mínimo a seis juicios por corrupción, son seis posibles condenas que se le van a ir acumulando. Correa teme tener un futuro similar a dos personajes con muchos procesos: Juan Antonio Roca, el capo de Marbella, y Julián Muñoz, el ex alcalde. A los dos se les acumulan condenas y no acaban de salir de la cárcel.
Correa no quería seguir la misma suerte que esos dos personajes de Marbella. Y en las negociaciones quería bastante, aunque todo era legal. Correa pretendía sobre todo que se le aplicara la atenuante de colaboración con la justicia y que se le condenase siempre en la franja inferior de sus delitos. A ver si lo explicamos bien. En el marco legal que buscaba Correa con sus abogados, nadie pasa en la cárcel el triple de la condena más grave que tenga. La idea era que no le condenaran en ningún proceso a más de dos o tres años de prisión. El triple de años, entre seis y nueve, sería lo que Correa pasaría en la cárcel. Ya ha estado casi cuatro, así que volvería a la calle muy pronto.
Las mujeres fiscales deben decidir si eso les compensa. Y paralelamente a esa partida de póker con un acusado, ellas abren otro camino. Y logran tener, lo tienen ya, un arrepentido para el juicio del año que viene. Mientras están negociando con Correa, las fiscales tienen un plan b y sí llegaron el pasado mes de abril a un acuerdo con el empresario Alfonso García de Pozuelo. Éste acepta reconocer que pagó mordidas a Correa y al PP a cambio de contratos públicos. Con toda seguridad, será condenado a dos años de prisión, por lo que no entrará en la cárcel y su testimonio será muy importante para condenar, entre otros, a Correa.
Las negociaciones se complican. Las fiscales están más duras. Ya tienen un arrepentido y no ven claro renunciar a una condena a Don Vito. Pero sí que continúan las reuniones discretas. Así se pacta por ejemplo, que el primer juicio contra Correa, un asunto menor que se verá en Valencia y por el que le piden diez años de cárcel, se aplace. Iba a empezar el 1 de abril y se pone la excusa de que hay nueva documentación. Todos aceptan y el juicio se pospone a junio, para dar más margen a que se llegue a un acuerdo y Correa cante.
Esas conversaciones entre bastidores continúan. Y los abogados de Correa, y otros, contactan con los abogados que les acusan para ofrecerles lo mismo. Correa y su gente creen que pueden convencer a los abogados de las acusaciones populares. Si llegan a un acuerdo con ellos, las fiscales tendrían posiblemente que aceptar. Así, contactan con dos abogados rivales: Gonzalo Boyé y José Mariano Benítez de Lugo. Éste último nos confirmó que le dijeron que la Fiscalía Anticorrupción estaba al corriente y que Correa iba a destapar la caja de los truenos y a lanzar bombas de relojería. Así llamaba a los nombres, según su entorno, de conocidos y poderosos empresarios que pagaron a la trama y al PP y también de conocidos y poderosos políticos implicados que no están acusados hasta ahora.
Se iba a firmar un acuerdo en el colegio de abogados de Madrid, se iba a hacer partícipe y testigo a una ONG para que nadie diera marcha atrás ni alegara supuestas presiones o guerra sucia… Entonces, en el mes de mayo, con su madre agonizando en el hospital Clínico de Madrid, Correa anuncia que da marcha atrás. No va a hablar y rompe las negociaciones.
La pregunta es por qué. Porque no ha conseguido nada de lo que pretendía y le siguen pidiendo más de 128 años de prisión. El tiempo se le acaba. Aquí hay dos posibles respuestas. Nosotros no sabemos cuál es la verdad, es posible que incluso la verdad sea una mezcla de todas. De un lado, las fiscales anticorrupción endurecieron su posición y Correa no pudo pactar. Hay personas que participaron en las reuniones que nos dicen que se sintió engañado y que no acabó de fiarse del proceso.
Y luego hay otra versión del final de esta historia. Después de que se rompieran las negociaciones y una vez que Correa dio marcha atrás y volvió al silencio, una de las personas que participó en ese proceso recibió una llamada extraña de un mensajero de don Vito. Le felicitaba (recordemos que todo había terminado mal), le daba la enhorabuena y le decía: “cojonudo, a Paco le han mandado un coche lleno de dinero”. No decía quién. Nosotros no sabemos qué ocurrió, pero sí que tras romperse esas conversaciones Correa ha vuelto al silencio, el primer juicio contra él se inició por fin y don Vito no habla, solo ha pedido con ironía al juez que le condene a 200 años.