En Territorio Negro, hacemos un retrato de este desalmado; pero antes vamos a contarles las novedades sobre Luis Bárcenas, el multimillonario ex tesorero del PP, algunos de sus amigos y cuál fue su primer truco, su primer gran engaño.
Empezamos por el final. Hoy la revista Interviú publica que la policía investiga si Luis Fraga, también senador del PP, íntimo amigo de Bárcenas y sobrino del fundador y líder histórico del partido, Manuel Fraga, tiene también una cuenta secreta en Suiza.
La policía y la fiscalía anticorrupción están revisando de arriba abajo los datos que ha enviado Suiza sobre las cuentas secretas de Luis Bárcenas, abiertas allí al menos desde 1990. En esa documentación, el banco suizo incluye las notas internas que Agata Stimoli, la gestora de Bárcenas, un cliente vip, debía escribir a sus jefes tras cada reunión entre ambos, especialmente desde el año 2005.
O sea, la ejecutiva del banco suizo escribía un resumen de cada encuentro con Bárcenas.
Bárcenas se enfadó mucho con el banco suizo cuando le pidieron algunas tímidas explicaciones sobre el origen de su fortuna, entonces 14 millones de euros. Y la ejecutiva del banco escribe cómo reacciona: “si tiene que terminar su relación con nosotros, asegura que otros bancos estarán encantados de recibir su dinero”. De hecho, Bárcenas cuenta en el banco donde tuvo 22 millones que esa cantidad es “entre el 20 y el 50 por ciento” de su patrimonio y que tiene abiertas otras dos cuentas en dos bancos suizos más.
Y entonces, el banco suizo empieza a mimar a Bárcenas, la ejecutiva le visita en Madrid, le regala una estupenda pluma Mont Blanc, y es en una de esas visitas donde Bárcenas acude con su amigo “Luis F”
Tras cada reunión en hoteles de Madrid, la gestora del banco debe rellenar un cuestionario. En el punto 10, grado de satisfacción del cliente, tiene que marcar una cruz junto a un símbolo, un emoticono, de un rostro sonriente, serio o enfadado. Al final de todas las visitas, obviamente, Bárcenas se define como sonriente. Y en una de esas reuniones secretas, clandestinas, no olvidemos que Bárcenas era senador y tesorero del PP y como mínimo estaba defraudando dinero a Hacienda, le acompaña este tal Luis F, al que la ejecutiva del banco ya conoce, lo identifica para sus jefes como su amigo y, además, añade detrás de su nombre, entre paréntesis, un número en clave.
Un número en clave, el de una cuenta corriente. Los informes de los bancos suizos nunca escriben nombres y apellidos del cliente, por si acaso alguien que no debe los lee. Y en este caso, hay un segundo resumen de otra visita a Madrid donde la ejecutiva del Dresdner Bank escribe que le ha dado al cliente (se refiere a Bárcenas) el extracto de la cuenta de 120xxx (el mismo número de Luis F).
O sea, que Bárcenas es muy amigo de ese Luis F. , tanto que hasta controla o al menos le aconseja sobre una cuenta en Suiza. ¿Por qué se investiga si ese Luis F. es Luis Fraga, sobrino de don Manuel Fraga?
En la misma comisión rogatoria se incluye un informe de una agencia de detectives del banco suizo, que no se fiaba demasiado de Bárcenas. Y allí se habla de su relación con Luis Fraga (es el único Luis F. que sale en el documento) en un negocio con un portal digital de salud en el año 2001. Luis Fraga es amigo íntimo de Bárcenas desde hace al menos 25 años, el mejor que hizo en el partido un entonces joven economista recién llegado al PP. Ambos protagonizaron ya un primer escándalo en 1987.
El sobrino de Fraga y Bárcenas montan en 1987 una expedición al Everest que bautizan como la expedición de las autonomías de España. Consiguen financiación de las Cajas de Ahorros y nombran jefe de honor de la expedición al mismo Rey de España. Y vuelven triunfantes.
Bárcenas y Fraga, los jefes de esa expedición, aseguraron al regresar que habían abierto una nueva vía, un nuevo camino, para ascender la mayor cima del mundo, a 8.848 metros de altura. La bautizaron como la vía española y dijeron que habían descendido esquiando por la arista noroeste.
Pero no todo fue tan heroico. Las hemerotecas recogen una enorme polémica porque otro de los montañeros de aquella expedición, Biscen Itxaso, desmintió en El Mundo Deportivo la historia de Bárcenas y Fraga. Aseguró que habían tenido que subir a buscar a Bárcenas, que estaba sin fuerzas y sin visión y bajaba casi arrastrándose y cayéndose continuamente. El diario El País también recogía que la Federación Española de Montañismo descubrió el fraude, desmintió la historia, no había tal vía, tal camino nuevo hacia la cumbre, y aseguró que la expedición “se inició y se finalizó sin ética”. Por cierto, una de esas crónicas de 1987 las firmaba Santiago Segurola, así que puedes preguntarle en un Comanche sobre las excursiones de Bárcenas.
Vamos a entrar ya en otra historia de novela negra, policiaca. Pero antes queréis hacer una precisión sobre algo que contabais la semana pasada. Hablábamos de SICAV, esas sociedades para grandes fortunas que solo tributan el uno por ciento de sus beneficios.
Y hablábamos de los españoles que tenían una o varias de esas SICAV y entre ellos citamos a Amancio Ortega, el fundador de Inditex. Pues bien, desde su empresa nos aclaran que sí que tuvo Sicavs, pero que las liquidó, pagando sus impuestos correspondientes, hace tres años. Creemos que es justo matizarlo.
Empezamos ahora a hablar sobre ese misterioso personaje, ese Mark Knopfler. Y lo vais a hacer contándolo casi como lo vivieron los policías que han estado persiguiéndole durante ocho años.
Entre 2004 y 2005, los policías de la UCRIF, los agentes que controlan, entre otras cosas, el tráfico de mujeres detectaron una poco habitual entrada en España de jóvenes de origen ruso, bielorruso, ucranio o kazajo… Todas ellas trabajaban como prostitutas en clubes donde antes había mujeres rumanas o sudamericanas.
Los dueños de los clubes tienen muy bien catalogado y aquí empleamos los términos duros e inhumanos con el que hablan ellos “el género” con el que trabajan, es decir, las mujeres, y que aprecian mucho a las que proceden de las antiguas repúblicas soviéticas…
El aprecio es porque son menos rebeldes, menos imprevisibles, en términos generales. Vienen de países donde la violencia contra ellas es tremenda y en los que están continuamente amenazadas, así que es muy difícil que se atrevan a denunciar a sus proxenetas. Y, además, no tienen los inconvenientes que sí tienen las mujeres rumanas o las sudamericanas.
Estamos empleando el léxico de los proxenetas. Ellos dicen que las rumanas son las mujeres que más animan un local, que no esperan sentadas al cliente, que bailan, que se mueven continuamente, que son muy vivas y que, además, desde hace unos años, son ciudadanas de la Unión Europea, así que no tiene problemas de estancia irregular. Pero, casi todas ellas están controladas por sus chulos, que las vigilan de cerca, incluso en el mismo interior del club, para llevarse su parte de las ganancias.
Dominicanas, brasileñas, venezolanas, colombianas, ecuatorianas, últimamente también paraguayas… Esas mujeres contraen una altísima deuda con sus traficantes y por eso es más fácil que intenten escapar de las redes y denuncien a los proxenetas.
Volvamos a las mujeres rusas y a esos años –2004-2005– en los que la policía se da cuenta de la llegada de muchas de ellas para ser explotadas como prostitutas.
Esas jóvenes rusas llegaron a clubes de Madrid, Cataluña, Aragón, Baleares, Andalucía, Murcia y Cantabria. Los investigadores analizan sus pasaportes y se dan cuenta de que casi todas ellas han llegado a nuestro país por la misma vía.
Casi todas salen de Rusia y pasan luego por Polonia, Hungría o Finlandia. Y desde allí han viajado hasta España con visados de turista o con falsas ofertas de empleo y en vuelos baratos a Madrid, Barcelona o Málaga.
La policía se da cuenta de los visados se consiguen en los consulados abiertos en Moscú de Polonia, Hungría y Finlandia y que los tramitan siempre las mismas agencias de viajes, en paquetes de entre diez y veinte. Entonces empieza la verdadera operación policial, que en esta ocasión se llamó Arcano, y que empezó por una labor complicadísima, a veces imposible.
Es un trabajo muy difícil: hacer hablar a mujeres que están aterrorizadas y a las que poco se las puede ofrecer, además de arreglarle los papeles. Pero lo cierto es que lograron hacer hablar a unas cuentas mujeres, a las que convirtieron en testigos protegidos. Y lo que les contaron es algo que jamás habían oído los policías, una historia casi más propia de una red de espionaje que de una organización de tráfico de mujeres.
Lo contamos tal y como lo contó una de ellas, a la que llamaremos Natacha. Natacha tiene 22 años y reside en Vladivostok. Responde a un reclamo publicado en una web de anuncios en el que se solicitan mujeres para trabajar en España. Natacha sabe que no va a ser empleada de hogar, ni administrativa, sabe a lo que viene. Envía un par de fotos carnet y una foto de cuerpo entero y sus datos a un apartado de correos de Moscú.
Es decir, que en este caso las mujeres o al menos muchas de ellas saben que van a trabajar como prostitutas. Pero seguramente no saben bien las tremendas condiciones en las que van a trabajar, pero sí lo que van a hacer. En dos o tres meses, Natacha recibe una respuesta: un billete de tren a Moscú y la dirección de un hostal y un número de habitación al que debe acudir. Cuando la mujer llega allí, tiene un pasaporte a su nombre con un visado de turista para entrar en Polonia, algo de dinero, un billete de autobús con destino a Varsovia y un teléfono sin saldo, que solo sirve para que la llame una persona que le da instrucciones desde un número oculto.
Natacha tiene que alojarse en otro hostal, donde le espera otra tarjeta de teléfono para que le funcione en Polonia. Pero ya está en territorio Schengen, ya puede llegar hasta España sin ningún control aduanero. Y nuevamente la llaman desde un número oculto para decirle que en la recepción tiene un billete de avión con destino a Málaga. Allí le esperará una persona con un cartel con su nombre que la llevará a su destino: un club de alterne.
Este testimonio de Natacha no sirve de mucho, ya que no puede decirle a la policía ningún número de teléfono porque siempre la han llamado desde números ocultos, no ha visto a nadie más que a la persona que la ha llevado hasta el club, que es el último eslabón de la cadena… Pero la policía sabe que como Natacha están llegando hasta España cerca de veinte mujeres a la semana y que las está trayendo la misma organización.
La policía extrema la vigilancia sobre los propietarios de los clubes en los que se coloca a mujeres rusas. La operación Arcano ya está en la Audiencia Nacional y el juez Eloy Velasco ha autorizado intervenir los teléfonos de algunos dueños de esos locales. Además, el enlace de la policía española en Moscú envía la identidad y la foto de un tipo al que muchos acusan de llevar mujeres, no solo a España, sino a otros países de Europa y a algunos emiratos.
Es Igor Chernavsky y su foto, de veinte años atrás, según un policía que lo persiguió, “era la de un ruso cualquiera de hace 20 años”. La policía mete los datos en sus bases y ¡bingo! Igor Chernavsky había sido detenido en 2005 en Almería por traficar con mujeres. Pero su domicilio era inexistente y no había dejado desde entonces ni un solo rastro… Era invisible.
La policía se da cuenta de que hay un reducido círculo de ciudadanos rusos que introducen a las mujeres en los clubes y que muchos de ellos dan cuenta a la misma persona, que jamás lleva un teléfono de un operador español y que se hace llamar por distintos y peculiares nombres.
La misma persona tenía 16 nombres distintos y según con quien hablase usaba uno u otro. Era Mark Knopfler –el guitarrista de Dire Straits– para unos; el hombre invisible para otros; Albert Einstein para otros… Así se comunicaba con los intermediarios rusos y, excepcionalmente, con alguno de sus clientes españoles, con el propietario de algún club. Y esa fue su perdición.
Era la dueña de un club de alterne de Huesca. La madame quería algo muy concreto. Mujeres jóvenes, rusas. Pero tenía el teléfono intervenido y el respeto con el que hablaba a su interlocutor dio a la policía que pensar. Se citaron en la estación de Atocha –un sitio lleno de cámaras de seguridad–. Casi al mismo tiempo, aquel Igor Chernavsky solicita un permiso de residencia para que su esposa pueda venir a vivir a España.
En esa cita la policía le pone cara al hombre invisible. Ya saben quién es y gracias a su petición de reagrupamiento saben dónde vive: tiene dos casas en la provincia de Granada y se mueve extremando todas medidas de precaución: viaja en trenes y autobuses, sus contactos son siempre en sitios alejados de los clubes… Pero las vigilancias y las intervenciones van haciendo posible demostrar sus implicación en la llegada de miles de prostitutas, a las que colocaba en medio centenar de clubes, que le hacían pedidos de manera regular, semanalmente.
La policía cree que Igor ha podido introducir en España unas mil mujeres al año durante los últimos ocho años. Nunca una sola persona había tenido esa capacidad. Finalmente, el pasado mes de octubre la policía le detuvo a él y unos cuantos intermediarios. Aún sigue encarcelado e imaginamos que la policía anda detrás del rastro de la fortuna que ha amasado durante todos estos años.
Él no participaba en esa parte del negocio, él lo único que hacía era suministrar mujeres pero no se llevaba nada de los beneficios de las prostitutas; ese dinero es para los dueños de los clubes.
Parecía no mancharse demasiado en un negocio tan sucio, aunque imagino que aún así le salía rentable. Si hacemos cuentas: el viaje de Natacha, la chica de la que hablábamos antes, desde Vladivostok a Málaga sale por entre 600 y 800 euros. Siempre viajan en autobuses, trenes y en vuelos muy baratos. Y por cada prostituta, Igor cobraba a los dueños de los clubes una media de 2.500 euros, así que ganaba unos 1.500 ó 1.600 euros netos, y decimos netos porque obviamente es dinero negro, negrísimo, por cada chica. Si colocaba unas veinte a la semana…. Haz las cuentas.
No sabemos con precisión qué habrá pasado con Natacha, pero lo cierto es que tras convertirse en testigos protegidos muchas chicas logran tener su documentación en regla, pero siguen trabajando en el mismo oficio, aunque lejos de esos a los que denunciaron. Es así de duro, pero así de real.