El 27 de mayo de 2003, David, un chico de veintinueve años, murió asesinado en un bar de la zona hermética de Sabadell (Barcelona).
El crimen fue esclarecido en un tiempo récord por la Policía, pero lo cierto es que veintiún años después el asesinato sigue impuneporque el autor se fugó después de una cadena de errores judiciales. Ahora, ese asesino ha entrado en la lista de los más buscados de Europol. Luis Rendueles y Manu Marlasca nos cuentan el indignante caso.
¿Qué ocurre en el bar Gotik?
Empecemos por contar los detalles de la muerte del joven David de la Cámara. Viajamos hasta el 28 de mayo de 2003. ¿Qué ocurre en el bar Gotik?
Esa madrugada, el padre de David, Ramón, que entonces tenía cincuenta y un años, llamó a la Policía. Dijo haber recibido una inquietante llamada a las dos de la madrugada en la que alguien le decía que si quería ver a su hijo fuese al bar que regentaba, el Gotik, un local enclavado en la zona hermética de Sabadell, un lugar algo conflictivo.
Ramón acudió al local acompañado de su sobrino. Una patrulla llegó al bar y Ramón les contó que no tenía las llaves y, además, la cerradura había sido bloqueada con silicona.
¿Qué encuentran allí?
Allí estaba el cuerpo sin vida de David, concretamente en la cabina del disc jockey. Alguien le había disparado un tiro en la nuca. La bala salió por la frente, como si lo hubiesen ejecutado a sangre fría. El crimen tenía todas las trazas y todo el aspecto de un ajuste de cuentas, porque no faltaba nada ni en el local -las cajas registradoras estaban intactas- ni en los efectos de la víctima, solo su teléfono. Eso pensaron en un principio los dos policías nacionales del Grupo de Homicidios de Barcelona que se hicieron cargo del tema. Pero cambiaron de idea cuando hablaron con el padre de David.
¿Fue el padre de la víctima quien puso a los investigadores sobre la pista del asesino?
Así es. Y aquí debemos de detenernos a rendir un pequeño homenaje a lo que fue el grupo de homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Cataluña, que en ese momento -2003-, poco antes de entregar los bártulos a los Mossos, se encontraba entre los mejores de España. Así que no es raro que el binomio formado por los inspectores Alberto Larripa y Manuel Quintela, dos sabuesos de Homicidios, diesen bien pronto con la línea buna de investigación después de las primeras preguntas al padre de la víctima.
¿Qué línea de investigación fue esa que se comenzó a trazar en las primeras horas de las pesquisas?
Las primeras declaraciones del padre de la víctima le pusieron muy pronto en el radar de los dos inspectores. Allí mismo, en el escenario del crimen, con el cuerpo sin vida de su hijo delante, comenzó a contarles a los investigadores que David llevaba muy mala vida, que frecuentaba malas compañías. Hasta apuntó la posibilidad de que su hijo podía haber muerto por una pequeña cantidad de droga que llevaba en el coche y que alguien le podía haber reclamado.
También habló del éxito que tenía David con las mujeres, dijo que tenía dos novias y contó que el fin de semana anterior, había estado con una presentadora de televisión y que mantuvo relaciones sexuales con ella y otra amiga. Después de muchos muertos en su historial, los inspectores Quintela y Larripa se dieron cuenta enseguida de que ese tipo no se comportaba como el padre de un chico asesinado. Así que Ramón de la Cámara se convirtió en sospechoso y empezaron con él esa batalla psicológica que hemos contado aquí muchas veces.
¿En qué consistió esa batalla?
Los agentes de Homicidios le citaron a declarar la mañana siguiente al descubrimiento del cadáver y comenzaron a vigilar sus pasos esa misma noche. Ramón no acudió a la cita en Vía Layetana porque dijo que estaba en shock y quería descansar. Sin embargo, los policías que le vigilaban comprobaron que no estaba descansando, sino que salió de su casa a primera hora de la mañana en dirección a un centro comercial. Allí compró un teléfono móvil.
¿Y hay alguna explicación para esa compra y, sobre todo, para que no acudiese a su cita con la Policía?
Los investigadores, que sabían lo que había estado haciendo, le preguntaron de forma aparentemente inocente si había descansado. Él les mintió y les dijo que no había salido de casa, que estaba bajo la conmoción del crimen de su hijo. Así que estaba mintiendo desde el primer momento. Los policías le preguntaron de nuevo, como habían hecho el día anterior, por las posibles razones del crimen, le pidieron que profundizase en esas malas compañías que supuestamente tenía.
Hasta tres versiones
Sorprendentemente, apenas horas después de la primera versión, dio una segunda: dijo que detrás del móvil podía estar una deuda en la compraventa del coche de su hijo. La Policía le dio cuerda y esperó a tener más datos, pero con la convicción de que el padre de la víctima tenía algo que ver con el crimen.
Y supongo que esa guerra psicológica sigue durante un tiempo, al menos hasta tener más pruebas contundentes…
Supones bien, aunque también es cierto que los agentes de Homicidios perdieron mucho tiempo en comprobar cada una de las versiones que daba Ramón. Mientras, por ejemplo, se enteraron de que la llamada que recibió antes del hallazgo del cuerpo había sido hecha desde una cabina de Can Puiggener, una barriada de la ciudad. Poco después, Ramón volvió a las dependencias policiales para declarar y decidió aportar otra nueva versión del móvil del crimen: contó que David estaba muy bien relacionado y que organizaba fiestas para famosos y futbolistas en las que se consumían drogas, había prostitutas y que alguien quería hacerle callar para que no revelase nada de esas fiestas.
Aquí entra en juego algo muy importante: los antecedentes de Ramón de la Cámara, que tenían que ver con distintas estafas. Tenía la labia y la capacidad de convicción propia de los que se dedican a ese oficio. Cinco años antes del crimen, en 1998, había sido detenido por estafa y pasó una buena temporada en Brasil, huyendo de la justicia. Los investigadores de Homicidios le dejaron de dar cuerda y le empezaron a apretar. Y es cuando Ramón da su última versión.
¿Qué dice este padre sobre el asesinato de su hijo?
Se excusó delante de la Policía por todas las versiones que había dado hasta entonces. Dijo que hasta ese momento había mentido porque estaba aterrorizado, porque tenía mucho miedo de las personas que creía que podían estar detrás del crimen, con las que su hijo tenía una cuantiosa deuda, de un millón de pesetas, seis mil euros, a raíz de un préstamo que había pedido. En una declaración posterior aumentó la cuantía de la deuda a 42.000 euros y medio kilo de cocaína.
Dijo incluso que esos individuos, dos tipos con antecedentes, estaban interesados en compra el Gotik y que David había tenido muchas diferencias con ellos.
Y, claro, la Policía identifica rápidamente a estos dos tipos, que decís que tenían antecedentes…
Así es. Se trata de Kiki, que había sido detenido ocho veces hasta ese momento, y de Marcos, que tenía tres antecedentes. Los dos eran habituales de la mala vida y habían sido socios en varios negocios no del todo limpios. Cuando la policía comienza a indagar sobe ellos se enteran de que visitaban el bar Gotik con cierta frecuencia e incluso localizan a un testigo muy importante: alguien que asegura que vio a Kiki en el local enseñándole una pistola a Ramón un par de semanas antes del crimen. El testigo dijo incluso que probaron el arma en el bar, lo que explicaría los dos impactos de bala que la policía halló allí durante la inspección ocular.
¿Tenían algo que ver con el crimen estos dos delincuentes?
La policía cree que estos dos tipos son a los que Ramón, el padre de David quería traspasar el negocio. Y además, serían los que proporcionaron el arma del crimen, una pistola de nueve milímetros. A las pocas semanas del asesinato, Ramón por su empeño en relacionar a su hijo con todo tipo de actividades ilegales y por su poca preocupación por la marcha de las pesquisas, era ya el sospechoso número uno. Por eso le intervinieron los dos teléfonos: el oficial y el que compró tras la muerte de su hijo y que confiaba que la policía no conocía.
¿Salió algo útil de esas intervenciones?
Nada definitivo, pero sí fue muy importante algo que ocurrió esos días. La Policía le pidió a Ramón que estuviera localizable, pero de repente le perdieron la pista. Dejó su casa en Sabadell, junto a su pareja, un chaval veinteañero llamado Alberto. Su móvil A dejó de estar operativo pero el que había comprado recientemente pitó en la Costa Brava (Gerona). Con toda esta montaña de indicios, los agentes decidieron detenerlo, un mes y medio después del crimen.
¿Había muchos más indicios, alguna prueba que implicase a ese padre en el asesinato de su hijo?
La Policía encontró dos testigos muy importantes que situaban a Ramón en el lugar y a la hora del crimen. Un hombre vio como salió del Gotik, bajando la persiana tras él, después de haber entrado junto a su hijo. El segundo testigo era el taxista que lo recogió en las cercanías del local. Pero es que tras las detenciones de Ramón de la Cámara, su pareja, un sobrino de Ramón, Kiki y Marcos, la Policía encontró pruebas sólidas para incriminarle.
¿Qué pruebas fueron esas?
Su sobrino, de igual nombre que la víctima, David de la Cámara confesó a la Policía que había sido él quien realizó la llamada la madrugada del crimen, obligado por su tío, que le hizo ir hasta una cabina de una barriada gitana de Sabadell y llamarlo. También, aquella misma noche, lo acompañó hasta su piso, de donde recogió una bolsa con varios objetos de los que deshacerse en un vertedero alejado.
A su sobrino Ramón le dijo que se trataba de unos juguetes sexuales y droga que tenía David y que no quería que la Policía los encontrase, pero la Policía cree que en esa bolsa estaba el arma del crimen, que nunca fue hallada. Además, el joven contó que esa noche su tío se cambió de ropa. Pero hubo algo más definitivo: durante el registro en casa del Ramón, la Policía localizó en el bolsillo de una americana un cartucho de bala idéntico al que había matado a David. Una bala de nueve milímetros marca Luger.
¿Y qué pensaban los investigadores sobre el móvil del crimen? ¿Por qué mató Ramón a su hijo?
Los agentes creen que los dos discutieron por el traspaso del local y que esas diferencias acabaron en el crimen. Ramón le había vendido el Gotik a Kiki sin permiso de su hijo, que era el verdadero propietario y quien ese ocupaba del negocio. Pero el padre tenía que saldar deudas de sus estafas varias, y se veía apurado. El hijo se había enterado de la cesión días atrás, cuando Kiki le contó que su progenitor se lo había vendido.
Con todas estas pruebas, Ramón de la Cámara acabó en prisión, pero allí solo estuvo dos años.
Así fue, dos años de prisión preventiva que el juez no prorrogó dos años más, como podría haber hecho, a pesar de la solicitud de la Fiscalía y de la acusación, que alertaron de un posible riesgo de fuga, pero la solicitud fue rechazada el 6 de octubre de 2005 por la sección tercera de la Audiencia de Barcelona.
Decidieron liberarlo hasta el día del juicio, ya que consideraron que no existía riesgo de que escapara. Se presentó cada quince días en el juzgado, hasta septiembre de 2007, que se convirtió en fugitivo. Y ahora ha pasado a estar entres los más buscados de Europol.