TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: Ángeles del Infierno, criminales sobre dos ruedas a las puertas del juicio

Todos hemos visto por las carreteras a estos tipos, generalmente muy grandes, llenos de tatuajes, a lomos de preciosas motocicletas… Las bandas de motoristas existen desde hace más de medio siglo, pero hoy a Territorio Negro llega una de estas bandas, la de los Ángeles del Infierno, cuyos componentes hacían muchas más cosas que beber cerveza y recorrer las carreteras y los caminos. Según un auto de la Audiencia Nacional, lo que hay tras los Ángeles del Infierno radicados en la isla de Mallorca es una verdadera organización criminal, dedicada a muchos delitos.

ondacero.es

Madrid | 16.02.2015 19:30

Empecemos por ese auto del que hablábamos al principio. Es el auto por el que se envía a juicio a 55 de estos Ángeles del Infierno y a sus colaboradores.  En la primera semana del mes de febrero, el juez Eloy Velasco, titular de Juzgado Central 6, proponía abrir juicio oral contra 55 individuos y preguntaba al fiscal si creía conveniente librar órdenes de detención contra once personas que escaparon de la gran redada llevada a cabo en el verano de 2013 por Policía y Guardia Civil, lo que se llamó operación Casablanca y está considerado uno de los golpes más grandes asestados nunca contra las bandas de motoristas en España.

Hablamos de lo que Interpol o Europol llaman bandas de outlaws (fuera de la ley), grupos que se dedican a múltiples actividades delictivas bajo la apariencia de motoristas. Los que hayan leído la trilogía Milenium, de Stieg Larsson, recordarán que en una de las entregas aparece una banda de motoristas dedicados a la trata de mujeres y al tráfico de drogas. Los organismos policiales internacionales han advertido que en los últimos años, las bandas de motoristas fuera de la ley se han multiplicado en el este y en el sur de Europa, formando grupos criminales muy potentes, que defienden su territorio a sangre y fuego.

Bien, una vez aclarado esto, vamos a contar cómo se estructuran estos grupos de motoristas.  Hablamos del Hell Angels Motor Club (HAMC), es decir, de los Ángeles del Infierno, la más famosa banda y a la que pertenecían todos esos detenidos en la operación Casablanca. Los Ángeles se dividen en lo que ellos llaman ‘chapters’, es decir, capítulos. En cada ciudad hay un chapter. Entre los componentes de un ‘chapter’ hay dos grandes estamentos: los miembros de pleno derecho de la organización o ‘fullpatch’ y los que están por debajo de ellos, los subordinados, los ‘prospects’. Y aún por debajo de estos están los aspirantes a entrar en la banda, los ‘hangarounds’ o ‘supporters’.

Los ‘fullpatch’, es decir, los jefes, tienen una jerarquía, una cadena de mando: presidente, vicepresidente, secretario, tesorero, sargento de armas y capitán de ruta. Todos ellos pueden llevar cierta estética y simbología exclusiva de ellos: camisetas, cazadoras y hasta tatuajes que les distingue como miembros de pleno derecho de un ‘chapter’. De hecho, la utilización de estos símbolos por alguien que no tiene los galones para lucirlos es una de las mayores afrentas para los Ángeles del Infierno. En el sumario instruido por el juez Eloy Velasco hay al menos tres episodios en los que se roba, se extorsiona y se le dan palizas a motoristas que lucen símbolos que no se han ganado a juicio de los Ángeles.

Esa operación Casablanca se hizo visible en verano de 2013, hace año y medio, pero las investigaciones empezaron mucho antes. Desde el año 2009, Policía y Guardia Civil se habían fijado en que Mallorca e Ibiza estaban siendo visitadas por muchos componentes de los Ángeles del Infierno llegados desde distintos lugares: Luxemburgo, Izmir (Turquía) y Hannover (Alemania). Varios llegaban huyendo de sus países, en busca de un refugio seguro, implicados en todo tipo de delitos: chantaje, extorsión, homicidio, lesiones, robo, fraude, delitos financieros, tráfico de drogas, blanqueo de capitales, prostitución, tenencia de armas y explosivos…

A finales de ese año, 2009, Ángeles del Infierno procedentes, en su mayoría de Turquía, fundan un chapter en Mallorca e incluso montan sus cuarteles generales, sus club house, en dos lugares de la zona del Arenal de Palma. Uno de ellos se llama Casablanca y es el que da nombre a la operación. En esta primera implantación de los Ángeles del Infierno en Mallorca, los líderes del club eran los hermanos Khalil y Abdelghani Youssafi.

Tenemos a los Ángeles instalados ya en Mallorca, con sus lugares de reunión y dando problemas a la policía. El sumario de la operación Casablanca recoge varios episodios de esos primeros problemas: un ataque de tres Ángeles a una patrulla de la policía; la detención de 20 integrantes de una banda conocida como Gremiun, que acudieron a Mallorca para vengar la agresión sufrida por uno de sus componentes a manos de un miembro de Ángeles del Infierno; la extorsión sufrida por un alemán a manos de Khalil Youssafi, que le exigía el pago de 420.000 euros, que acabó con la denuncia retirada por el miedo que tenía la víctima, que acabó pagando; la denuncia de un hombre que dijo que Abdelghani Youssafi obligaba a su hija a prostituirse; la noticia de que hasta Mallorca había llegado, Bjorn Pablo Schnieder, el asesino de un líder de los Outlaw, banda rival de los Ángeles, para esconderse y huir de la justicia alemana, que le perseguía por el crimen.

Es decir, comienza a haber episodios que indican que Mallorca ya es algo más que un lugar de descanso para los Ángeles del Infierno. Y los hermanos Youssafi, recordemos, los líderes de este primer intento de implantación de un chapter en la isla, empiezan a mantener contactos con altos dirigentes de Los Ángeles del Infierno en todo el mundo: reciben la visita de Necati Coskum Arabaci, alias Neco, líder del chapter de Izmir, en Turquía. Neco visita Mallorca aunque sobre él pesaba la prohibición de entrar en el espacio Schengen por sus actividades criminales.

Pero Policía y Guardia Civil levantaron las orejas, se pusieron en alerta cuando se detectó en Mallorca la llegada de todo un capo, Frank Harmin Hannebuth. Un tipo de casi dos metros, apodado ‘die lange’ (el largo), 120 kilos de peso, millonario y líder de uno de los chapters más poderosos de Europa, el de Hannover. Cuando los agentes que vigilaban a los motoristas vieron aparecer a aquel gigantón, le enviaron la foto a sus colegas alemanes de la BKA para despejar dudas y los policías alemanes avisaron de que se trataba de un jefe de jefes, alguien que en Alemania poseía un imperio de cines porno, sex shops y prostíbulos.

Este capo compró, junto a uno de sus hombres de confianza, Paul Engelke, una enorme finca llamada Son Paraíso, en la localidad de Lloret de Vistalegre. 14.200 metros cuadrados valorados en más de dos millones de euros que, según las investigaciones, Hannebuth había elegido como residencia, huyendo de la presión que tenía en su país, Alemania, donde fue acusado de encargar el asesinato de un rival y donde tuvo que disolver el chapter de Hannover.

Es decir, que Hannebuth llega a España huyendo, pero con la intención de seguir con sus actividades delictivas. Lo que ocurre es que para eso tiene que pedir permiso a la cúpula de los Ángeles del Infierno en España. De hecho, el 20 de octubre de 2011, Hannebuth voló desde Frankfurt a Madrid y mantuvo una reunión con los lideres del grupo en España para pedirles permiso para fundar un chapter de los Ángeles en Mallorca. A la reunión también asistieron los hermanos Youssafi, que en el nuevo chapter fueron nombrados vicepresidente y tesorero.

Hannebuth, a imagen y semejanza de los vor zakonen rusos, no aparece en ninguna parte como jefe de nada, pero todos saben que él es el que manda. Aunque la Guardia Civil encontró un detalle que le delató cuando registraron su enorme finca: un chaleco típico con un parche en el que se leía ‘president’ y ‘Mallorca’, algo que nadie se hubiese atrevido a llevar si no era, de verdad, el jefe.

Los negocios que mejor conoce y los que le hicieron rico en Alemania, es decir, todos los relacionados con la prostitución. Los hombres de Hannebuth quisieron comprar un famosísimo local de alterne llamado el Globo Rojo, algo que no consiguieron porque no se pusieron de acuerdo con el dueño. Finalmente, los hermanos Youssafi lograron adquirir un burdel en la playa de Palma y empezaron a traficar con mujeres.

Es una de las partes más terribles de este sumario, todo lo que hace referencia a las prácticas de los proxenetas. Hay testimonios terribles, como el de Michaela, Petra y Miroslava, tres mujeres checas a las que la red traslada a Palma desde Bérgamo (Italia), con la promesa de que iban a trabajar como azafatas de promociones. Una vez en la isla, las llevaron a uno de los clubes de la red, el Red Palace y les dijeron que su trabajo, en realidad, iba a ser vender su cuerpo. Cuando alguna de las chicas se negaba a trabajar o ponía problemas, los proxenetas les aplicaban toda clase de castigos, entre los que se incluía meter a las mujeres en pequeñas jaulas para perros.

Los Ángeles del Infierno sabían bien lo que se jugaban y adoptaban toda tipo de precauciones. Contaban con un policía local, un nacional y un guardia civil entre sus colaboradores para tratar de protegerse y adoptaban todo tipo de medidas de seguridad. Por ejemplo, obligaban a todas las prostitutas que trabajaban en sus clubes a llevar encima un ticket de entrada al local y les prohibían tener sus efectos personales en las habitaciones para así simular, si llegaba una redada, que ellas estaban allí de manera circunstancial, que no trabajaban habitualmente en los clubes.

Según las investigaciones, las mujeres cobraban 25 euros por día de trabajo y el 50 por ciento de los que ganasen vendiendo su cuerpo. En las conversaciones interceptadas a los detenidos, los proxenetas hablan de las mujeres como ganado o como mera mercancía: “consígueme cuatro piezas, dos bailarinas y dos normales”, “hay una fiesta, necesito que traigas un poco de material”. Además, las mujeres tenían que cumplir una serie de objetivos, de dinero recaudado, antes de poder tomarse ni siquiera un día libre. Y si los proxenetas lo consideraban necesario, debían pasar por el quirófano.

Al menos tres mujeres, llamadas  Denise, Lilly y Alex, estaba previsto que se sometiesen a operaciones de cirugía estética para mejorar su aspecto. Operaciones que, naturalmente, sufragarían ellas. Leemos una conversación entre Abdelghani Youssafi y una de esas mujeres: “Tu trabajo es ser una prostituta. Si quieres estudiar o trabajar en un supermercado está bien así, pero si quieres trabajar un tiempo en esto y que los clientes no se den media vuelta cuando te vean no puedes andar con los dientes oscuros, el pelo despeinado y unos pequeños pechos en un cuerpo de metro ochenta”.

Además de la prostitución, se dedicaban al tráfico de drogas, la extorsión y hasta un intento de participar en una enorme estafa piramidal. Michael Fritz declaró a la policía que Khalil Youssafi le amenazaba y coaccionaba para hacerse con el control de una empresa dedicada a lo que se conoce como ‘bolier room’: se dedican a captar inversores mediante llamadas de teléfono con teleoperadores. Green Planet Plantations, que así se llamaba la compañía en disputa, ofrecía a los clientes la adquisición de acciones de una empresa supuestamente dedicada al aprovechamiento de la madera y otros productos procedentes de inexistentes plantaciones en Asia y África. Cuando los Ángeles del Infierno querían algo, empleaban toda clase de presiones, amenazas y puestas en escena.

Las extorsiones y las amenazas eran el trabajo diario de estos Ángeles del Infierno. El sumario recoge como un tal Krauer es agredido con un cuchillo y un spray de pimienta para que traspase 1,5 millones de euros a una cuenta de Hong Kong. En otro episodio, alguien denuncia que han lanzado a la fachada de su casa sangre y trozos de carne de animales. Otras víctimas denuncian el envío de cartas bomba simuladas y en otra ocasión, la hija de una de las víctimas de esta extorsión sufrió un atentado con bomba en su coche. Todos esos hechos ocurrieron en Alemania, pero los investigadores creen que se encargaron desde España por los hombres de Hannebuth.

El grupo también se dedicaba al tráfico de drogas y para ello también se valían de mujeres. En este caso, sudamericanas, a las que reclutaban en sus países de origen. Las hacían viajar hasta Barcelona y de allí hasta Mallorca, con la droga en sus vaginas. Una vez en la isla, la organización las metía en un local, que además hacía las veces de laboratorio de adulteración y corte de droga.